Hace dos semanas, el papa Francisco publicó su última encíclica, “Dilexit nos” (“Nos amó”), un documento que establece un puente espiritual con dos de sus encíclicas más emblemáticas: Laudato Si y Fratelli tutti. Centrada en el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, esta encíclica invita a la comunidad católica a reenfocar su atención en el amor como respuesta esencial a desafíos globales como la guerra, la pobreza y los desastres naturales. Francisco subraya que el amor de Dios es la piedra angular para la renovación de la Iglesia, integrando temas históricos y espirituales relacionados con el culto al Sagrado Corazón de Jesús.
Se trata de una encíclica que impulsa a la acción, como señala el papa: “Lo expresado en este documento nos permite descubrir que lo escrito en las encíclicas sociales Laudato Si y Fratelli tutti no es ajeno a nuestro encuentro con el amor de Jesucristo. Al beber de ese amor, somos capaces de tejer lazos fraternos, reconocer la dignidad de cada ser humano y cuidar juntos nuestra casa común”.
Entre las novedades destacadas de Dilexit nos encontramos tres puntos clave. Primero, propone una renovación eclesial basada en el amor, revitalizando la fe y la acción comunitaria. Segundo, realiza un recorrido profundo por las Escrituras y la tradición de los Padres de la Iglesia, así como por los grandes fundadores de carismas que han puesto el Corazón de Jesús en el núcleo de sus espiritualidades, reafirmando que no se trata de una especie de romanticismo espiritual, sino precisamente de una dinámica espiritual.
Finalmente, subraya la necesidad de la acción social, interpretando al Corazón de Jesús como un puente entre lo divino y lo humano. Dice el papa, “no hay qué olvidar que esa imagen del corazón nos habla de carne humana, de tierra, y por eso también nos habla de Dios que ha querido entrar en nuestra condición histórica, hacerse historia y compartir nuestro camino terreno. Una forma de devoción más abstracta o estilizada no será necesariamente más fiel al Evangelio, porque en este signo sensible y accesible se manifiesta el modo como Dios ha querido revelarse y volverse cercano”.
En un país como Colombia, que ha estado consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, este rescate devocional que propone el papa adquiere un significado especial. Un aspecto relevante es la mirada desde la perspectiva de las víctimas: “Un espíritu de reparación nos invita a esperar que toda herida pueda sanar, aunque sea profunda. La reparación completa parece a veces imposible, cuando las posesiones o los seres queridos se pierden permanentemente, o cuando determinadas situaciones se han vuelto irreversibles. Pero la intención de reparar y de hacerlo concretamente es esencial para el proceso de reconciliación y el retorno de la paz al corazón” (n. 186).
Que el llamado del Papa inspire a cada uno a convertirse en una chispa de amor, capaz de iluminar hasta los rincones más oscuros de nuestro mundo. El amor como el impulsor de la esperanza práctica.