Se celebró esta semana la fiesta de San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús y por ende cabeza de los jesuitas en la historia. Un santo que buscó la reforma de la Iglesia desde su interior, teniendo foco en la misión, en la acción. Tres características de este santo me gustaría compartir hoy: La centralidad en Jesucristo, la centralidad en la Iglesia y finalmente, el servicio.

La fuente de su carisma está centrada en la persona de Jesús. Por ello, sus ejercicios espirituales invitan a la persona que los hace a ahondar en el conocimiento interno de Jesús para amarlo más y seguirlo. Pues bien, este es el sello característico de su carisma. Tanto es así, que uno de los sellos de la Compañía de Jesús es precisamente el IHS, Jesús salvador de la humanidad. Y llevan a la persona a preguntarse en la intimidad de la oración: ¿qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo y qué haré por Cristo? Pone, pues, una dinámica muy activa a los ejercitantes de cara a la persona de Jesús. Lo moviliza, no es para quedarse inactivamente contemplando a Cristo, sino que esa cercanía y hondura con el Señor, lo lleva a la acción.

El segundo toque importante de su carisma está en el sentido de cuerpo, de colectividad. En efecto, la salvación es en comunidad, no solo cada uno. Es una dimensión eclesial, de Iglesia que marca todo su peregrinar. Fundó una orden religiosa en donde se vive en comunidad. Estableció que los jesuitas hicieran un voto de obediencia al Sumo Pontífice para las misiones. Pensó la Compañía de Jesús como una especie de caballería ligera para determinadas misiones que el Papa le asigna a los jesuitas. Esta importancia de la dimensión eclesial estuvo en el centro de la inspiración de San Ignacio, por lo que estableció ciertas reglas para sentir con la Iglesia. Sabiendo que en las fronteras en que se mueven los jesuitas en el mundo, tanto geográficas, como de temáticas, las posturas y respuestas no son fáciles, por lo que en la historia haya habido ciertas tensiones, que son naturales de esas fronteras.

El tercer elemento ha estado totalmente insinuado en los anteriores, la dimensión del servicio. Ser contemplativos en la acción, dedicarse a amar y servir. El modo de proceder de los jesuitas tiene la acción en el centro. Es una orden religiosa que está focalizada en la misión. Misión que ha definido de distintas formas: El servicio de la fe y la promoción de la justicia. La misión de reconciliación y justicia. Son formulaciones históricas que han desarrollado los jesuitas para expresar esta salida hacia el servicio en distintos momentos.

Estas tres características nos dibujan a San Ignacio, que tiene en la contemplación de la realidad la fuerza de su carisma. Es desde la realidad, donde partimos y a donde llegamos. ¿Qué haría Cristo en nuestro lugar?