El final, conocido. Napoleón invade España, derroca a Fernando VII, impone como rey a un francés, su hermano José, “el intruso”; confusión, ilegitimidad allá; aquí aprovechan para organizar el 20 de julio. Nuestra independencia inicia con Napoleón.
Mejor con Pascual Paoli, independentista de Córcega, pequeña isla que pertenecía a Génova. Paoli organizó durante más de dos décadas una república independiente. Cansada y decadente, Génova resolvió venderla a Francia en 1768. En Córcega, 1769 nació Napoleón, quien por unos meses logró clasificar como ciudadano de Francia, primera potencia europea. Sin esa venta hubiera sido un simple genovés. Parecido a nacer genio en una tribu del amazonas (exagero). Sin Paoli no hubieran existido ni este Napoleón francés ni nuestro 20 de julio; se hubiera pospuesto.
Existe la idea que la misteriosa fortuna se complace en colocarle obstáculos al héroe (“tus casos falaces, fortuna, cantamos”, Juan de Mena), pero también a veces la fortuna acuna y protege esos personajes. Con Napoleón, la primera ocasión fue hacerlo ciudadano francés.
Estuvo a punto de pasar a Inglaterra, cuando, en el vientre de su madre, derrotado Paoli decidió exiliarse allá. Sus padres iniciaron ese camino, se arrepintieron; Napoleón nacerá francés. Decide ser oficial de la armada (los marinos no son de la política y se ausentan por los mares); pero su madre, temerosa, lo induce a la artillería; será su fuerte y la base de sus ascensos militares y políticos.
Luego el acontecimiento: La Revolución Francesa (1789) que derroca la monarquía. Sin aquella Napoleón hubiera sido solo un gran general galo, como Turenne o Vauban, al servicio del rey.
A la deriva, decide ponerse al servicio de Rusia; le niegan lo pedido; desiste; seguirá francés. Solicita servir en Turquía; concedido, se pospone para el 5 de octubre de 1795 su partida. Interviene, un día antes, el azar.
El 4 asiste al teatro; sale, vaga en la noche y decide rondar por la Convención. Algo grave: en París 30.000 realistas preparan tomarse el gobierno. Encuentra al diputado Freron que lo recomienda a Barras, presidente de la Convención, para que los defienda. “Le doy tres minutos para que acepte”. Napoleón aplasta los realistas; le vale para general; después Emperador.
Si ecosistema “es el conjunto de especies de un área determinada que interactúan entre ellas y con su ambiente mediante procesos…. dependiendo unas de otras”, la ecología del espíritu de la historia será como una interacción política entre agentes separados, con hechos que -lejanos, extraños- preparan y generan hechos muy diferentes. Ligazón misteriosa: Paoli organizó esa independencia 45 años antes del 20 de julio; Córcega dista 8600 kilómetros de Colombia.
Con las “Meditaciones” de Marco Aurelio, emperador, medito: “O la razón del universo coopera en cada cambio… o todo es solo una confusión de causas. Si existe Dios, todo está bien, pero si únicamente existe la casualidad…”
Nuestro cerebro racional impone negar la taumaturgia del más allá, pero los hechos están -sucesión de maravillas- ahí, y se entrelazan con una gran mágica lógica.