La seguridad en el país atraviesa una crisis alarmante, la ciudadanía está atemorizada ante el fortalecimiento de grupos insurgentes y bandas delincuenciales.
En respuesta, el Gobierno nacional implementó la estrategia denominada “Paz Total”, que, lejos de generar resultados positivos, ha dejado más dudas que soluciones.
Dos años después de su promulgación, es evidente su fracaso.
El deterioro de la seguridad es evidente en gran parte del territorio nacional, departamentos como Cauca, Santander, Norte de Santander y Chocó están azotados por el crimen y la presencia de grupos armados ilegales.
Poco a poco, los colombianos hemos regresado a las épocas más dolorosas, cuando el conflicto armado se tomaba los territorios dejando a su paso muerte y destrucción, las madres de los soldados suplicaban por la liberación de sus hijos, la violencia reinaba en la ruralidad y los campesinos eran despojados de sus tierras, obligados a huir en medio del conflicto y la violencia.
Ante este difícil contexto, el presidente parece más interesado en pronunciar largos discursos para generar cortinas de humo que en tomar medidas efectivas, en lugar de asumir su responsabilidad, busca excusas y culpa a sus antecesores, dejando a las comunidades en manos de los violentos. Paradójicamente, Petro menciona con frecuencia la difícil situación de los niños en conflictos internacionales, buscando reconocimiento en el exterior, mientras la infancia colombiana, su verdadera responsabilidad, sigue sin recibir la atención y el acompañamiento que necesita.
Hasta hace poco, Caldas se mantenía al margen de esta crisis de seguridad, sin embargo, recientemente han surgido denuncias de las comunidades sobre la presencia de grupos armados en algunos municipios del departamento, además que la delincuencia urbana azota a las poblaciones y la tranquilidad de las localidades está debilitándose; por su parte, los alcaldes y concejos piden ayuda para frenar los graves hechos de inseguridad que se han venido presentado.
Ante este difícil panorama y la demostrada incompetencia del Gobierno nacional es necesaria la urgente acción de la Gobernación de Caldas, que está en mora de entregar soluciones, siendo necesario generar acciones contundentes junto con los alcaldes y la comunidad para el fortalecimiento de la convivencia y la paz.
Negar el problema no hará que este desaparezca.
Esta situación deja en evidencia la ausencia de liderazgo de la Gobernación de Caldas ante las necesidades estructurales de los caldenses, cuando se requiere de estrategias efectivas para devolver la tranquilidad a los municipios lo que observamos es una Administración distraída en generar eventos que afectan buena parte del presupuesto público departamental, como ferias de servicios, foros y eventos sociales en los cuales se vende la imagen de un departamento feliz, mientras la inseguridad crece.
Caldas necesita un Gobierno departamental comprometido, con visión y capacidad de gestión, gobernar es mucho más que promover fiestas en el estadio, fomentar firmas simbólicas y hacer eventos cuando la ciudadanía espera liderazgo, decisiones firmes y una gestión eficiente.
Es hora de que el gobernador de Caldas asuma sus responsabilidades y trabaje por el bienestar de la gente.