Soy egresado de una universidad pública, un privilegio por el que siempre estaré agradecido con la sociedad. Aunque la matrícula que pagaba era muy baja, el sostenimiento representó un reto económico significativo para mi familia, quienes enfrentaron muchas dificultades en Supía para que pudiera continuar mis estudios en Medellín. Ante esta situación, decidí recurrir al Icetex, realizando un préstamo que me permitió cubrir mis gastos de manutención; concluida la carrera y consciente de mi responsabilidad, pagué el préstamo poco a poco hasta saldar la deuda.

Hoy, siento agradecimiento hacia el Icetex, que no solo fue clave para culminar mi pregrado, sino que también financió las matrículas de mis posgrados. Sin embargo, mi experiencia no coincide con la de muchos y he estudiado las propuestas que buscan reformar a esta institución y comparto que siempre se pueden brindar mejores alternativas financieras para que miles de colombianos accedan a la educación superior, siendo importante recordar que el dinero que entrega el Icetex es un préstamo, no una beca, y como tal, tiene compromisos asociados.

La crisis por la que atraviesa el Icetex, que amenaza la matrícula de miles de estudiantes y que genera angustia e incertidumbre, es el resultado de la falta de planificación del Gobierno de Gustavo Petro, que mientras de un lado habla de mejorar la educación, por otro empuja a la deserción a miles de universitarios vulnerables sin ofrecer una alternativa clara.

El marchitamiento intencionado del Icetex afecta directamente a las universidades privadas, siendo este un plan para estatizar la educación, desconociendo la calidad académica y los importantes aportes que las instituciones de educación superior privadas le han entregado al país, aferrándose el Gobierno a la promesa de construir 31 nuevas universidades antes del 2026, promesa que parece quedará incumplida, mientras el sistema continua en crisis a causa de la falta de financiación.

Esta situación evidencia que el Gobierno nacional carece de una estrategia clara para fortalecer la educación superior, buscando la creación de más cupos, pero sin la financiación que se requiere, prometieron una reforma estructural, pero esas discusiones quedaron en el olvido.

A pesar de esto, en el departamento de Caldas se han implementado iniciativas para fomentar la educación superior en los municipios que merecen ser destacadas. Muchas alcaldías, en alianza con la Universidad de Caldas y la Universidad Nacional, han aprobado la estampilla prouniversidad, una estrategia conocida como “Universidad en tu pueblo”, que asegura recursos para el acceso a la educación superior, esta propuesta se suma a modelos como “Universidad en el campo”, “Universidad en tu colegio”, y el programa Luna, entre otros. Estos esfuerzos muestran el compromiso de los caldenses con la educación, mientras que la incidencia del Gobierno nacional es casi nula.

La financiación de la educación superior que garantice su cobertura con calidad debe ser una prioridad para el Gobierno, no puede continuar la estrategia de querer acabar las instituciones solo por fortalecer el activismo del ministro, hay que pasar de los discursos a las acciones para poder avanzar hacia una sociedad más equitativa y con desarrollo basado en el conocimiento.