En tiempos idos se utilizaba el término contragolpe. Hoy es contraataque: jugada ofensiva que se genera cuando un equipo recupera la posesión e inmediatamente ataca con velocidad e intensidad. Es la apuesta actual de Once Caldas, con réditos en los dos últimos partidos que ganó, puntos con los que cuadró caja.

En el clásico, una descolgada de Michael Barrios por izquierda, con pase al medio, la definió Dayro Moreno para un 3-1 holgado cuando el Pereira estaba encima. En Rionegro, asediado por Aguilas que era dueño de las opciones y de la pelota, Zuleta armó la salida por la mitad, interviniendo además Dayro, Zapata y Barrios, quien tuvo libertad para resolver.

Fueron seis unidades clave para retomar la confianza y ahuyentar los fantasmas que estaban rondando injustamente en torno al Arriero, en una demostración de que dominar no lo es todo, hay que ser efectivos, y Once Caldas lo fue. Exceptuando en las derrotas ante Nacional y Junior que no marcó, lleva ocho goles en las cuatro fechas restantes.

Entre Dayro, el ídolo de los récords, y Barrios, a quien muchos le pintaban calavera para que lo sacaran de la titular, completaron seis anotaciones, la pareja goleadora más importante del certamen. Los otros tantos fueron convertidos por Joel Contreras y Jefry Zapata, de a uno, lo que quiere decir que los delanteros están en racha.

Hasta la diferencia en gol ha mejorado, y eso que empezó con cuatro en contra. Sin duda un reencuentro con los números, así en fútbol se mantenga en deuda porque ciertamente el Once Caldas no impone condiciones, contrarresta al rival, y le cuesta mucho hacerse al esférico porque está jugando sin creativo, ni quien asuma ese rol.

Se fue lesionado Esteban Beltrán en su mejor momento, Alejandro García es una incógnita, al parecer está golpeado, Manuel Arteaga se hizo expulsar en el banco y el uruguayo Hugo Dorrego no siente la posición ni tiene las características para ser el líder. En tal condición, se juega sin pausa, aguantado en defensa y con la contra como alternativa.

También se estaba reclamando alza en los niveles individuales. Barrios ya superó el bache, Mateo García da muestras de estar volviendo y la pareja Cardona-Malagón se consolida, siendo admirable lo del manizaleño por el profesionalismo para superar sus limitaciones y adaptarse a cualquier puesto.

James Aguirre se comprometió en una acción sobre el final, pero es un ‘porterazo’ y por los costados definitivamente Cuesta y Patiño dan ventajas en marca, lo que obliga a relevos o respaldos desde otras líneas. En conclusión, se mueve este Once Caldas sobre la misma base de la temporada pasada ante el evidente fracaso con los refuerzos.

Hace falta más juego. Por el momento la contundencia ayuda, pero hay que estar alertas para cuando se cierre la puerta. Y al técnico Herrera, que se modere, salir con bronca a cobrar en un micrófono por las críticas no le hace ninguna gracia. Debe bajarle el tono, es personaje público y está expuesto a cualquier tipo de comentarios.

P.D. Las declaraciones de Rubilio Castillo, el hondureño del Pereira, exculpan a la afición manizaleña de insultos racistas. Dijo que ningún grito desde la tribuna tenía ese contenido y que fue Joel Contreras quien lo llamó ‘simio’, lo que negó el atacante albo. Será un tribunal el que decida y dura debe ser la sanción para el culpable, por mentiroso, o por desadaptado.

Hasta la próxima…

Mario César Otálvaro