Se viene otra versión del clásico cafetero este miércoles, estrenando iluminación el Palogrande y con dos equipos emproblemados, y eso que apenas van cuatro fechas de Liga.

Once Caldas, que no gana ni anota por fuera de casa, suma seis puntos, y dos el Pereira que no conoce victoria y lleva tres partidos consecutivos sin marcar.

Duelo de necesitados. A Luis Fernando Suárez poco lo quieren ya los hinchas matecañas y aHernán Darío Herrera, el técnico con mejores resultados en la última década, los seguidores albos le piden avances en el juego, que evidentemente está condicionado por el intrascendente aporte de los refuerzos y el bajo nivel de las figuras del año pasado.

En cifras está por el 50%, que no es para alarmarse, porque ese fue el producido durante 2024, con 77 puntos en total y clasificación los dos semestres. Ahora de lo que se trata es de recuperar la forma de los jugadores, la solidez defensiva y, sobre todo, la regularidad en el rendimiento, para que sea un equipo de dos tiempos, que no se ha visto.

Le sucedió, casualmente como visitante, frente a Nacional y Júnior. Tras una interesante etapa inicial terminó en nada, perdiendo, recibiendo goles y sin convertir. Seis en contra fue el balance, mientras que en Palogrande aseguró victorias sobre Fortaleza y Bucaramanga, marcando cuatro veces, también concediendo 45 minutos.

Aunque muchas voces se han hecho sentir, varias de ellas reclamando absurdamente la cabeza del entrenador, hay hechos puntuales que invitan a tener mesura y respaldarlo, porque fue el trabajo, por encima de las individualidades, el factor determinante de la campaña anterior, en la cual Once Caldas quedó a una victoria de disputar el título.

El colectivo crece, no sólo por el trabajo en semana, las repeticiones, el planteo de juego y la forma como llega el mensaje, sino por el rendimiento de los futbolistas. Michael Barrios y Mateo García, para citar sólo dos nombres, deben influir como lo hicieron, llenándose de confianza que, si transmiten a los demás, hará que fluya el juego.

Probado está que la base es la misma, porque ninguno de los que llegó marca diferencia ni exige titularidad por rendimiento, y ahí sí se puede cuestionar al Arriero y a quienes se encargaron de las contrataciones. Una pena, pero es real, faltó ambición y hallar dos refuerzos de lujo, más con el compromiso de la Suramericana por delante.

La esperanza está. Con las mismas limitaciones hubo protagonismo de la mano de Herrera y sus colaboradores, muy valorados en su momento. Que poco se hizo por elevar calidad, es cierto, y ya no hay mucho por hacer, independiente de encontrar de nuevo ese plantel comprometido, unido, que en cada partido dejó el corazón en la cancha.

El drama que se montó con la derrota en Barranquilla no tiene sentido. Júnior ganó con autoridad porque fue más, porque estaba obligado, con el técnico César Farías al borde del abismo y porque cuenta con un plantel brillante. Ni modo de comparar a Joel, Zapata o Zuleta con Enamorado, Chará o Caicedo. Al final la calidad se impone.

P.D.: Espectacular, según las pruebas, la nueva iluminación del Palogrande. Bien por la Alcaldía que, y aunque poco me refiero al tema, muestra obras, construcción, progreso, vías para una Manizales bella y atractiva. Ojalá Once Caldas la aproveche con una actuación radiante y confirme su poderío como local, para seguir siendo ‘papá’ del clásico.

Hasta la próxima...

Mario César Otálvaro