Lo hizo el Once Caldas. Clasificar a la fase de grupos de la Suramericana era el objetivo del semestre, al menos por ahora, y lo logró. Volver a la competencia continental representa sumas millonarias en lo económico, exposición de marca y de nombres allende las fronteras y recordación de imagen para un equipo que ya lució como campeón de Copa libertadores.

Significa también tranquilidad para el cuerpo técnico, confianza para un grupo de jugadores que supera limitantes con entereza y éxtasis supremo para la hinchada. Cuando de ocho que comienzan los torneos de Conmebol sobreviven solo cuatro tras la primera fase, siendo uno de ellos Once Caldas, por supuesto que la emoción y el orgullo se agigantan.

Lo consiguió sin brillar, fiel a su postura este año de ofrecer campo e iniciativa para buscar los arribos a través de las transiciones, con buena dosis de eficacia. Le está saliendo y es válido. Si la fórmula da resultado, insistir con ella es apenas natural, independiente del sentimiento de algunos que añoran un Once Caldas con más juego.

Con la misma dosis fue líder de la liga hace poco. O sea, el estilo se puede controvertir, pero debe admitirse su efectividad. En los ocho partidos disputados hasta el momento, la posesión fue del rival. Preocupa es la lentitud y en ocasiones la falta de intensidad, muy común en nuestros equipos, sin resonancia internacional por las eliminaciones prematuras.

Es llamativo que un hombre defensor del llamado buen fútbol como Hernán Darío Herrera, exquisito en sus épocas como volante creativo, siendo uno de los mejores en este país lleno de estrellas en ese puesto y que califica el diez como un apóstol, le apueste a una idea que parece contraria a sus principios y aun así obtenga dividendos y rompa paradigmas Sus cifras son contundentes: en 15 meses al frente del club alejó a Once Caldas del descenso;

lo metió dos semestres seguidos a cuadrangulares, únicas veces durante el último lustro y su cosecha en puntos está por el 60% del rendimiento, aparte de sellar su presencia en la Suramericana, garantizando, cuando menos, seis partidos más.

De hecho, El Arriero es el entrenador con más alta producción desde que llegó Kenworth de la Montaña en 2012 y por aquí estuvieron Santiago Escobar, Ángel Guillermo Hoyos, Flabio Torres, Tito Cortés, Javier Torrente, Hernán Lisi, Herney Duque, Francisco Maturana, Hubert Bodhert, Eduardo Lara, Diego Corredor y Pedro Sarmiento.

Quizá el no contar con un armador afianzado, ni una nómina suficiente, lo obligó al cambio.

Está probando a Zuleta porque a Beltrán las lesiones no lo han dejado, mientras que los consolidados son Aguirre, porterazo, la pareja Cardona-Malagón, Mateo, Barrios y Dayro, así se pierda por largos períodos de partido. Los demás son irregulares.

Un plantel corto, sin duda, para enfrentar un calendario repleto de partidos, con la desventaja para Herrera de que su primer invento no le funcionó, cuando dispuso suplentes frente a Alianza, regalando unidades que seguramente va a necesitar en un futuro. Experiencia para no repetir y una lección de humildad y respeto hacia los adversarios.

Anoche Once Caldas se midió al Tolima en Ibagué e inició el juego en la posición diez. El costo de esa embarrada. Feriar partidos es una estupidez y más cuando no se cuenta con las armas para responder, herramientas que debe surtir la dirigencia, que ojalá se toque con el millón de dólares, mínimo, que recibirá por lo que viene en copa.

Hasta la próxima...