Lo que está sucediendo en el Catatumbo era previsible. Valdría la pena que de una vez saquemos lecciones todos, para no seguir cometiendo siempre los mismos errores.
Tal vez, el Gobierno fue víctima de su propio sectarismo. Siempre dijo que en Colombia había guerra porque “los gobiernos de derecha no querían hacer la paz”.
Por eso, Petro aseguró, en campaña, que a los tres meses de su Gobierno se acabaría la guerra con el Eln porque firmaría un acuerdo de paz.
Empezó la “Paz Total” y el presidente decretó ceses al fuego bilateral (que en realidad fue unilateral), removió órdenes de captura a 31 miembros y nombró gestores de paz a criminales que estaban en las cárceles y los liberó.
La “Paz Total” fracasó totalmente. Los grupos ilegales no estaban en cese al fuego; por el contrario, estaban en expansión. Al año y medio de Gobierno era evidente: habíamos aumentado en 3.500 el número de guerrilleros.
El Eln pasó de tener 4 mil hombres en armas en 2017 a cerca de 6.200 en el 2024. Pasó de estar presente en 189 municipios a 231. Hoy solo en la región del Catatumbo tenemos 40 mil desplazados y más de 100 muertos.
El Gobierno no quería reconocer su fracaso y extendió las concesiones y beneficios, pese al miedo que empezó a imperar en todas las regiones.
El motor de la violencia en Colombia es el dinero ilícito: cocaína, minería, y luego, extorsión y secuestro. Cuando el Gobierno proclamó el fracaso de la lucha contra las drogas y decidió optar por la mera incautación, dictó su suerte.
Hoy tenemos más de 253 mil hectáreas de coca, donde 43.867 ha. (17,3%) se encuentran en el Catatumbo.
El Catatumbo mostraba su continuo deterioro; casi un tercio de las violaciones al cese al fuego se daban allá. A finales del 2023, el Gobierno recibió un informe de inteligencia que mencionaba el aumento de hombres en armas del Eln durante el Gobierno.
La Defensoría del Pueblo alertó sobre la gravedad de la situación en el Catatumbo. El Gobierno lo sabía e hizo caso omiso.
El Eln es una guerrilla binacional; de los 6 mil hombres en armas, el 20,7% está en Venezuela. Cabe recordar cómo desde Chávez, ese país viene protegiéndolos y alentándolos. Allá están los cabecillas auspiciados por Maduro.
Y era previsible que pronto empezarían los combates entre los grupos para determinar de quién serían los lucrativos. Era previsible que vendrían guerras entre los ilegales para quedarse con los negocios. Catatumbo, Arauca y ahora el Huila, Cauca, Caquetá…
Y finalmente, la equivocada estrategia de “no gastar recursos en la guerra”. El presupuesto de mantenimiento y adquisición de aeronaves del Mindefensa cayó 61%.
El número de generales del Ejército cayó 20% y en 28% los coroneles. El 34% de las aeronaves del Ejército se encuentran en tierra.
Ahora pretenden corregir 30 meses de equivocaciones con una conmoción interior.
Lo que debe cambiar no es el mecanismo de expedición de las normas, sino su contenido. No pueden seguir beneficiando a guerrilleros que no son otra cosa que narcoterroristas.