Era una inteligente, hábil y graciosa muchacha; tenía 12 años, hacía sus estudios en un centro judío en su patria, Alemania, y era testigo de una vida llena de miedo pues con frecuencia escuchaba las sirenas de los carros del ejército Nazi que le hacía esconderse en el sótano de su casa, permanecer horas hasta que pasaran los ruidos causados por el golpeteo de las botas de los soldados de Hitler.
Ella era judía y sabía que el régimen buscaba eliminar a los creyentes en las palabras de la Biblia y la Torá.
Un día le tocó esconderse definitivamente en el sótano de su casa con su familia judía, después de dos años los soldados la encontraron y a empujones y humillantes insultos la llevaron cautiva y la encerraron en el fatídico campo de concentración alemán Bergen Belsen.
Debilitada, frágil y enferma murió en ese campo de muerte el 12 de marzo de 1945, después de meses de pavoroso sufrimiento murió valiente y fiel a su credo judío, a su raza empapada de las palabras bíblicas que hablan de valentía.
Tenía 14 años. Pero como empieza una historia al abrir el telón, empezó a saberse el ejemplo de luz que para el mundo, la niñez y la juventud dejó esta núbil mujer, siempre valerosa, dejó escrito en un cuaderno múltiples pensamientos de elevado valor que pronto se publicaron bajo el título "El diario de Ana Frank”, así se llamó esta pequeña gigante.
Mientras estuvo escondida en su casa y luego en los rincones del campo de concentración, ella escribió sus vivencias y sentimientos en su diario, cuya lectura hoy nos describe los horrores vividos y sus reflexiones que parecen relámpagos en una fría noche, cocuyos en inmensa montaña.
Además de describir su dolor, manifestar su rebeldía ante la descarada violencia e irrespeto a las creencias, señalar cómo la Fe en Dios, su Yavé, escribir era para ella "no aceptar pasivamente el rol de víctima, hacer presencia de su juventud que no une violencia a más violencia”.
Deja constancia con mentalidad de hierro y oro que “escribir así escondida es un acto de libertad.
Ejemplo indudable para nuestra niñez y juventud. Ana Frank es un himno a la vida, un ejemplo de no ser cobarde ni llena de odio ante tan gran injusticia, una presencia serena e inteligente ante sus persecutores, una voz que se ha expandido desde las hojas de su diario, las opiniones de su pensamiento juvenil y valeroso. Vale la pena leer "El diario de Ana Frank".