En los saludos de Navidad y Año Nuevo celebrados en el mundo gozoso con la multitud de colores y festones de los juegos pirotécnicos, me llamó la atención admirada ante lo presentado desde Shanghái: Una danza de arte, luz, colorido y sonido presentado con el manejo técnico y maravilloso de centenares de drones que regalaron figuras de hermosura fantástica.
En la pasada Feria de Manizales confieso que salté de alegría cuando antes de la explosión de belleza de los juegos pirotécnicos desde el estadio vi la presentación artística que desde la húmeda oscuridad de la noche se hizo en el mismo arte técnico de Shanghái con el uso de centenares de drones. Ver la figura de la Catedral, del Cable, de los cafeteros, del Nevado, de la chapolera, del jeep campesino; todo ello fue un canto a nuestra tierra e historia y sobre todo un despliegue de técnica y arte.
Gratitud y aplausos a quienes con la pólvora artísticamente manejada y con la sabiduría del arte hecho creatividad con los drones, regalaron esa mágica noche que queda grabada como regalo de una raza que gusta de la belleza, el arte e hizo la conjunción de la tradición de la pirotecnia brote de gracia y belleza en colorido de fuego con el presente de inteligencia y técnica que con los drones hizo una noche de ilusiones y canciones. Gracias y reconocimiento a los organizadores y a la Chec, tan nuestra como la cordillera y el Cable.
La verdad que un río humano inundó las calles y avenidas con una presencia de amplia sonrisa y acogida, donde la fraternidad hace gala de afecto, con la ayuda de los organizadores del orden y la labor del aseo que hacen de nuestro terruño la gran ciudad donde es bueno vivir, donde la nobleza, el trabajo y el compromiso cívico crecen como plantas de jugosos frutos de esperanza y cultura.
Muchos descalifican eventos como la Feria por su sello multitudinario, de sonido y movilidad, pero me parece que por el contrario es espacio de regocijo, encuentro, cercanía, amistad, jolgorio de la mayoría, si bien no faltan quienes todo lo confunden con patanería y grosería.
Cuando veo multitudes, tanto en procesiones, peregrinaciones, desfiles y festividades ciudadanas, me acuerdo de lo señalado por algunas palabras bíblicas que resaltan que Jesús pasaba jornadas hermosas en el deleite de “estar con su Padre”, y como se anota en esta frase: “Mi delicia es estar con la humanidad, con los seres humanos”. ¿Lo estamos nosotros?