Carlos Vicente Sánchez, director de la Biblioteca Municipal de Pereira, me comentó en días pasados que los organizadores de la Feria del Libro de allá se habían reunido con los escritores locales para, no solo invitarlos a participar en el evento, sino oír sus planteamientos acerca de cómo un evento de esta índole podría ser atractivo para estos protagonistas independientes. Contrasta esta actitud con los organizadores de la feria local que, al parecer, le tienen miedo a los escritores y los libros locales centrando su interés preferiblemente en lo foráneo.
Ese malestar de la Feria del Libro, un evento público, pero no abierto a lo local, lo recogió Ana Muñoz y organizó en su librería, Ágora, una “Semana de literatura y cultura caldense“, donde durante la segunda semana de agosto todos los días invitó a autores de todo el Departamento a presentar y hablar de sus libros, logrando un evento cálido y representativo.
El evento que más me gustó fue el del 10 de agosto en el cual Dolly Montes, la escritora de Manzanares reunió a cuatro poetisas y un poeta realizando un recital asombroso. !Qué claridad y que profundidad tiene la poesía hecha por mujeres! Les es fácil a ellas asumir una actitud natural al escribir, la cual, nosotros los hombres distamos de lograr, pudiendo ellas hacer una literatura mucho más auténtica.
Oír a Olga Patricia Osorio, de Aguadas, leer sus poemas; a María Resfa Loaiza, de Samaria; a María Doralba Arias Orozco, de Aguadas, a Dolly Montes, de Manzanares, y a Luz Adriana Ortiz, de Supía, fue reconfortante. Con ellas la poesía estaba viva y era empleada sin transar concesiones académicas o ser achicada por guiños eruditos. Con esta verdadera esencia poética, le cogí pereza a los egos masculinos, más cuando hace su aparición en versión montañera.
Se me vinieron a la mente las futbolistas femeninas que están causando sensación en estos días, ellas con su juego concienzudo le han dado oxígeno a este deporte que los Neymares con su necia teatralidad y su monumentales egos están asfixiando. La conexión con la vida para estas mujeres de provincia no está obstruida por ideologías de moda o histerias colectivas. Cada una comunica en sus poemas lo mejor de sí, allende de escandalizar o agredir a los oyentes. Con verdadera libertad estas mujeres
escriben y transpiran por cada poro de sus pieles el oficio de trenzar con palabras emociones, ideas o sueños. Celebran en su poemas estas damas la conciencia de ser mujeres, de sufrir y a la vez ser un antídoto a todo mal.
Había vivido una experiencia parecida, que en ese entonces me pareció un caso aislado, ya sé que no lo es, cuando el año pasado publiqué a “5 mujeres inéditas“, un poemario que incluía poesía de mujeres de varios municipios caldenses, viendo con sorpresa cómo estas jóvenes poetisas vivían su libro y su trabajo. Saturaron estas mujeres con sus versos la tarde y el público entendió el mensaje que Ana Muñoz, de Ágora, estaba trasmitiendo al mostrar que en la ciudad hay librerías capaces de liderar procesos de promoción de autoras, libros y de la lectura, a pesar de no contar con sólidos presupuestos. No sé si asistí a una antiferia o al renacer del libro en mi ciudad natal Manizales.
P. D. También leyó su poesía Ernesto Beltran Marulanda de Montebonito, sería injusto no recordar su intervención.