Falta solo año y medio para las elecciones presidenciales. En 2025 todos los interesados en ser presidente, demasiados, emprenderán una carrera frenética por quedarse con el puesto, y al final solo uno cumplirá su sueño, que ojalá no se convierta en una pesadilla para 50 millones de colombianos.
Empiezan a aparecer encuestas que miden la intención de voto y 2024 cierra con la de Invamer. Sin duda hay sorpresas. Miremos los resultados: Fajardo 15,4%, Claudia López 12,6%, Vargas Lleras 9,2%, Gustavo Bolívar 8,6%, Vicky Dávila 8,6%, Daniel Quintero 6,1%, Juan Manuel Galán 7,3%, Juan Daniel Oviedo 5,5%, Luis Gilberto Murillo 4,5%, María José Pizarro 4,1%, Miguel Uribe 3,1%, María Fernanda Cabal 1,6%, Juan Fernando Cristo 1,5%, Susana Muhamad 0,9%, Paloma Valencia 0,9% y Roy Barreras 0,8%.
En un ambiente tan crispado, de una tensión tremenda entre el Gobierno de izquierda y una derecha de oposición muy dura, lo que nos dice esta encuesta es que hoy los colombianos prefieren un nuevo gobierno de centro, pues sumando a Fajardo, López, Galán y Oviedo está el 40,8% de intención de voto. Habría que adicionarle un 6,8% de Cristo, Murillo y Barreras, que sin duda no están en el espectro del Pacto Histórico. La derecha con Vargas Lleras, Dávila, Uribe, Cabal y Valencia llega a un 23,4%. La izquierda suma un 20% con Bolívar, Quintero, Pizarro y Muhamad. Queda un 9% de encuestados que no se orienta por ninguno de estos nombres.
¿Qué explica estos números y tendencias? La respuesta hay que buscarla más allá de la coyuntura, en una sucesión de hechos que parten en 2002: el Gobierno de Uribe llega como una respuesta a la guerra que se vivía con la insurgencia de Farc y Eln y el fracaso de las negociaciones de Pastrana; la primera elección de Santos sigue respaldando la obra de Uribe, pero con un contrapeso que casi le arrebata el triunfo: Mockus como una expresión del centro; la segunda elección de Santos se mueve al centro con apoyo de la izquierda; Duque llega como una reacción de derecha al proceso de paz de La Habana, y Petro a su vez como reacción al gobierno de derecha e insulso de Duque.
Llegamos a Petro, el que se desgasta todos los días más: su aprobación es del 36% y la desaprobación del 60%. La izquierda está pagando el costo de gobernar por primera vez, y de no hacerlo bien: administra mal y ha practicado sin inconveniente los vicios políticos que hemos vivido por décadas: corrupción, clientelismo y abuso del poder.
Pero la respuesta del electorado puede en este caso no llegar hasta el otro extremo del espectro político, pues hay una historia, un cansancio de la derecha, del poder de Uribe, quien tiene su prestigio muy maltrecho. Entonces, hoy la mayoría no quiere que la izquierda siga en el poder, pero no quiere que la derecha regrese, y por ahora, se queda a mitad de camino, en el centro.
El centro puede recoger las aspiraciones de muchos, dar tranquilidad a los temores que emergen, por ejemplo en seguridad, y gobernar con sensatez. Ojalá sus líderes hayan aprendido del desastre que fue su campaña en 2022 y lleguen con energía al 2026.