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Para el 2022 y comparado con el 2021, según la Encuesta de Percepción Ciudadana de Manizales Cómo Vamos fueron 6% menos los hogares en la ciudad en los que algún miembro tuvo que consumir menos de tres comidas diarias porque no había alimentos suficientes. Bien hasta ahí, porque se entiende que hubo mejoría; pero al observar el detalle de la serie medida durante 10 años, los resultados empiezan a inquietar. En el 2012 la proporción de hogares en los que se manifestaba esta situación era solo del 5%, con picos de descenso entre 2018 y 2019 que registraron 3% en cada año, pero para el 2022 se trepó al 17% y todo parece indicar que estas cifras, aunque son de percepción, coinciden con lo que sucede a nivel nacional.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) divulgó la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (Fies) en la que revela que casi un tercio de los colombianos vive en situación de inseguridad alimentaria grave o moderada. Proporcionalmente eso representa que el año pasado 28,1% tuvo que disminuir la cantidad y calidad de alimentos consumidos, al menos una vez en el último año, por falta de dinero. También reseña que 5 de cada 100 hogares estuvieron en inseguridad alimentaria grave, esto quiere decir que al menos una persona no comió nada durante todo un día por la misma causa.
El DANE incluyó estos datos en su Encuesta Nacional de Calidad de Vida. Anotó que las diferencias en Inseguridad Alimentaria son más marcadas cuando entre quienes habitan en las ciudades y los que están en el campo. 27 de cada 100 hogares urbanos se ubicaron en un nivel de inseguridad entre moderado y grave, pero en los hogares rurales la proporción subió a 33 de cada 100 en esta condición. Este problema aumenta a medida que crece el tamaño de los hogares después de dos personas, eso quiere decir que tres ya son un número problemático para alimentar en Colombia. En hogares de cinco personas o más, este tipo de inseguridad llega a 39,7%.
Los departamentos más afectados con esta situación son en su orden Guajira, Sucre, Atlántico, Magdalena, Chocó y Cesar donde 40 de cada 100 hogares enfrentaron dificultades en el último año para acceder a alimentos suficientes en calidad y cantidad; además aparece el Eje Cafetero. La inseguridad alimentaria grave se dio en mayor medida en Caldas (14,6%), San Andrés (17,2%), Quindío (17,3%) y Risaralda (17,5%). Parecen datos inexplicables, porque Colombia aún es un país muy rural y el campo debería ser el que provea de alimentos a su población. Hay una tendencia de preferir lo urbano y, aunque haya empleo en el campo, se desdeñan oficios agropecuarios por múltiples razones.

También hay que mirar el aumento en el costo de la canasta familiar, el escaso apoyo al sector empresarial para generar empleo desde el Gobierno. Estos son solo dos temas gruesos que no están permitiendo a los hogares salir de la inseguridad alimentaria y eso lo deben revisar para cambiarlo. En Manizales hay ejemplos de organizaciones sin ánimo de lucro dedicadas desde hace muchos años a apoyar la alimentación de familias pobres, cuyas experiencias de trabajo podrían llevarse a nivel nacional para resolver este asunto sin caer en el peligroso asistencialismo. Ahí están la Gota de Leche y la Fundación Nutrir, por citar dos entidades cuyas buenas prácticas han permitido alivianar el hambre con programas sociales bien concebidos.