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Si en algo deben estar alineadas las autoridades, tanto las administrativas como las que representan la Fuerza Pública, es con respecto a la seguridad. Unas no pueden ir por un lado, según sus criterios, y las otras por caminos bien diferentes de acuerdo a su experiencia. Por algo será que la ley determina que los mandatarios son autoridades de policía (gobernadores y alcaldes) como responsables de conservar el orden público y la seguridad de los ciudadanos.

En operativos conjuntos del Ejército y la Policía Nacional el fin de semana en Antioquia se dio de baja en combate a Oliverio Isaza Gómez, alias Terror, quien tenía órden de captura. Era cabecilla del Clan del Golfo en la estructura del Magdalena Medio y uno de los ocho hijos de Ramón Isaza (exjefe paramilitar, designado el año pasado por el Gobierno Petro como gestor de paz y quien fue creador de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio). Terror había sido encomendado junto con otros por alias Chiquito Malo, máximo jefe del Clan, para expandir esta organización criminal hacia el centro del país. La Policía indica que Terror inició por el Magdalena Medio y siguió hacia el oriente de Caldas, norte del Tolima, occidente de Boyacá y noroccidente de Cundinamarca logrando su propósito.

En contraposición, el secretario de Gobierno de Caldas, Jorge Andrés Gómez Escudero, ratifica que en el oriente de Caldas no hay presencia de grupos armados al margen de la ley, no hay campamentos, ni concentración de personas con armamento largo, ni hay un grupo armado organizado como el Clan del Golfo. Por información que maneja en consejos de seguridad, sostiene que lo que hay es un outsourcing criminal; es decir, las cabezas delincuenciales se encuentran en Antioquia y tienen influencia en delincuentes comunes en Caldas, a través de quienes dinamizan el tráfico de drogas, la minería ilegal y otras actividades ilícitas que vienen combatiendo.

Frente a los hechos, es necio tratar de mantener una posición negacionista, porque justamente, como lo señala la Policía Nacional, eso era lo que estaba sucediendo con Terror y sus secuaces en Caldas y en otros departamentos. El Clan del Golfo logró extender sus redes y a través de terceros controlaba los territorios y han sido los responsables de homicidios, desapariciones forzadas, desplazamientos, reclutamiento de menores, entre otros delitos. Terror había acumulado 395 hechos delictivos documentados. Su grupo tenía camionetas, fusiles, armas cortas y uniformes de uso privativo de las Fuerzas Armadas con los que instrumentalizaban a las comunidades.

Es claro que las operaciones contra cabecillas de estas estructuras delincuenciales generan un poco de tranquilidad, pero particularmente en Caldas no se puede olvidar que se mantienen otros al mando con las mismas intenciones de preservar el negocio y las rutas del narcotráfico y de alguna manera no van a dejar perder lo que habían ganado. Para seguir enfrentando el delito y la violencia se requiere que todas las autoridades estén unidas, hablar el mismo idioma e ir en la misma dirección; la peor estrategia es negar que algo malo está ocurriendo. Cuando se trata de la seguridad, siempre habrá que dudar y actuar.