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Se sabe que la posesión de Nicolás Maduro este viernes como presidente de Venezuela es una usurpación del poder y que quien debería estar asumiendo como mandatario es Edmundo González, quien ganó en las urnas y así lo comprobó mostrando las actas que lo habilitan con cerca de 7 millones de votos obtenidos en julio del año pasado. Maduro sigue representando a un régimen, que seguramente se volverá a imponer a través de la fuerza y del engaño, pues ni él ni las instituciones que le obedecen nunca demostraron de dónde provenía el triunfo que dijeron haber alcanzado.
No se trata de denigrar por ideologías, menos de querer relacionar este hecho con posturas de derecha o de izquierda política. La continuidad de Maduro como gobernante representa más un duro golpe a la democracia, a los procesos electorales y a los derechos humanos, porque millones de venezolanos tendrán que seguir sometidos a los caprichos de la dictadura, cuando ya llevan 26 años padeciéndola; primero con Hugo Chávez, que estuvo 14 años hasta el 2013 cuando murió, y desde hace 11 años con Maduro, que heredó este poder y pretende continuar hasta el 10 de enero de 2031.
El presidente Boric, siendo de izquierda, no reconoció el triunfo de Maduro y ha sido claro en condenar el hecho como un fraude electoral; pero además dio por concluida ayer la misión del embajador de Chile en Venezuela. Bien distinta ha sido la posición del presidente Gustavo Petro, que no se ha pronunciado sobre si acudirá o no a la posesión de Maduro. Debería hacerlo, más como respuesta a la imposibilidad de apoyar y cohonestar con una tiranía, como sí lo han hecho gobernantes de otros países del mundo y lo han calificado organismos internacionales. Lo que se conoce, por el canciller Luis Gilberto Murillo, es que por recomendación técnica para mantener estabilidad en las relaciones entre estados, el embajador Miltón Rengifo acudirá a la posesión.
Sin embargo, que ni Petro ni nadie del Gobierno asista al acto de posesión de Maduro no quiere decir que Colombia rompe relaciones diplomáticas con Venezuela. Independiente de quién sea el presidente del país vecino los vínculos se mantienen, porque ya hay compromisos establecidos y firmados en materia comercial, de paz y de servicios de los que se benefician venezolanos en Colombia y colombianos en Venezuela; pero lo que sí es claro es que por el hecho de que el país deba convivir con realidades venezolanas no significa que tenga que legitimar un gobierno ilegal y mucho menos apoyarlo.

Lo más esencial será que con la anunciada llegada de Edmundo González a Venezuela, para posesionarse, no se complique más la situación de orden público, ni el régimen siga acudiendo a la violencia para imponerse. 10 expresidentes del grupo Idea se han ofrecido a acompañar a González este viernes, pero ello no puede tomarse como una invasión y menos amenazar con que van a ser detenidos y juzgados por la justicia, como anunció Diosdado Cabello, mano derecha de Maduro. Unas 500 personas entre exministros, académicos, economistas enviaron una carta al Gobierno Petro en la que le solicitan que no asista a este acto que contradice los principios democráticos colombianos y pone en riesgo sí la relación bilateral con otros países.