El hombre consume drogas desde los 12 años y pese a múltiples tratamientos, no ha logrado superar la adicción.

Foto | Archivo | LA PATRIA

El hombre consume drogas desde los 12 años y pese a múltiples tratamientos, no ha logrado superar la adicción.

Gustavo consume estupefacientes desde los 12 años y padece una adicción que no ha podido controlar, pese a los esfuerzos de su familia.

A sus 24 espera su segunda condena por microtráfico, pero también confía en que se demuestre su marginalidad para recibir una pena baja.

El 26 de marzo al mediodía una cámara del Centro Automático de Despacho de la Policía de Manizales lo captó en el momento que le vendía bazuco a otro ciudadano en la carrera 18 con calle 23.

Una patrulla recibió el aviso y rápidamente llegó al lugar, logrando detener a Gustavo, a quien le incautó $26 mil, al parecer, producto de la venta. Al indagar al cliente, a quien le decomisaron una dosis de la droga, aseguró que se la había comprado al detenido.

 

Busca preacuerdo y rebaja

Lo presentaron posteriormente ante un juez de Manizales, no aceptó cargos y ordenaron enviarlo a un centro carcelario. En octubre pasado, ante el Juzgado Sexto Penal del Circuito se pretendía llevar a cabo la audiencia preparatoria al juicio, pero la Fiscalía indicó que pretendía llevar a cabo un preacuerdo.

Este consistía en reconocer las condiciones de marginalidad, dado que es habitante de calle y su situación económica es delicada.

Sin embargo, no se tenía calculada aún la cantidad decomisada, por lo que se programó audiencia para diciembre pasado.

No se efectuó debido a problemas de salud de Gustavo y se deberá esperar por una nueva fecha para saber el tiempo que deberá purgar. En el 2020 recibió su primera condena de 4 años por el mismo delito.

 

Adicción sin superar

La representante de la Fiscalía indicó que tras la diligencia de arraigo, se comprobó que la familia del hombre reside en el barrio El Carmen. Es cotero y consumidor habitual de pepas, solución y marihuana.

Desde los 12 años se inició en este mundo y aunque parecía tenerla controlada, la captura de un hermano, quien está en la cárcel, lo llevó a recaer. Incluso lo tuvieron recluido en Los Zagales y en la clínica San Juan de Dios.

Familiares y amigos reconocen su problema y se niegan a darle dinero, dado que se lo gasta en drogas. Sin embargo, le permiten ingresar a sus viviendas a bañarse, lavar la ropa o alimentarse.

 

La marginalidad según la ley

El Código Penal indica que quien cometa el delito bajo la influencia de profundas situaciones de marginalidad, ignorancia o pobreza extremas, en cuanto hayan influido directamente en la ejecución de la conducta punible y no tengan la entidad suficiente para excluir la responsabilidad, incurrirá en penas mucho menores de las establecidas por la ley.