Los sobreprecios desestimulantes en el mercado de las empresas tecnológicas

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Autor

Jenniffer Solórzano Mosquera*

LA PATRIA | Londres

Como JK Rowling insinuó con la línea de Lord Voldemort en Harry Potter y la piedra filosofal, no existe el bien o el mal, o al menos una definición definitiva. En cambio, hay un poder oculto entre los dos que espera ser explotado. Lo que parece ser un pensamiento inteligente no se aplica al acalorado debate global que divide a las grandes empresas y los reguladores sobre las implicaciones de los altos “markups".

Los economistas entienden por markups o en español, “sobreprecio”, la diferencia entre lo que cobra una empresa por los productos que produce y lo que paga por los insumos que utiliza.

Los increíbles niveles de valor de mercado y markups de las grandes empresas tecnológicas como MATANA (o FAANG, según a quién le pregunte), un grupo compuesto por empresas como Microsoft, Amazon, Alphabet, Apple, Nvidia y Tesla, desencadenó el debate sobre si obtener esa rentabilidad era bueno no solo para estas empresas sino también para todos los demás.

Las acciones de MATANA comprenden casi el 50% del bastante influente índice Nasdaq-100. Estas empresas juntas podrían constituir la quinta economía más grande del mundo en el PIB después de EE. UU., China, Japón y Alemania, con un valor combinado de unos 3 billones de dólares en la capitalización de mercado.

En 2018, los economistas De Loecker, Eeckhout y Unger encontraron aumentos asombrosos en los markup promedio en los EE.UU. Registraron un incremento de los precios del 18% en 1980 a más del 67% sobre el valor de los costos en el 2016, con aumentos similares en otros países de Europa, pero con menor prevalencia en América Latina y el Caribe y Asia.

En pocas palabras, las alarmas se encendieron, ya que algunas escuelas de pensamiento en economía y reguladores consideran que los aumentos de markups están en el lado oscuro de la fuerza. Señalan poder de mercado (capacidad para establecer precios más altos), lo que trae implicaciones negativas para el bienestar agregado.

 

Lo que sucede

Los precios más altos desincentivan la demanda de los consumidores y a las empresas a demandar factores de producción, debido a la reducción de la demanda.

Una menor demanda de factores como la mano de obra hace que disminuya la participación de los ingresos de los trabajadores en los ingresos de las empresas. Posteriormente, la producción disminuye al igual que los incentivos para una mayor inversión para innovar, lo que eventualmente conduce a una disminución en la participación del capital en los ingresos de las empresas.

Después de un efecto dominó, los propietarios terminan convirtiéndose en los ganadores más significativos y obtienen una mayor parte del pastel de ingresos.

Estos expertos han encontrado evidencia para apoyar sus resultados. En las últimas dos décadas, las ganancias de las empresas han aumentado en paralelo al aumento de los markup, mientras que la participación del trabajo y el capital en los ingresos ha disminuido.

Monopolio

Además, los excedentes de utilidades han demostrado no estar destinados a cubrir los crecientes costos fijos y, a pesar de unas tasas de interés más bajas que nunca -hasta hace poco-, la inversión también ha disminuido. Más importante aún, a pesar del progreso técnico de las últimas décadas, el crecimiento de la productividad sigue siendo lento en el mejor de los casos.

Estos autores argumentan que las grandes empresas ejercen prácticas anticompetitivas debido a la débil aplicación de las normas antimonopolio. Según ellos, estas corporaciones han estado comprando empresas pequeñas e innovadoras (principalmente tecnológicas) en un juego de mano dura para despejar el campo de posibles competidores.

No obstante, muchos estudios han controvertido esto al encontrar aumentos en los márgenes de beneficio en Europa, donde las normas antimonopolio han sido más restrictivas. ¿Entonces, cuál es el truco? Otra corriente de académicos mostró que, por el contrario, el aumento de los márgenes de beneficio puede deberse a una mayor competencia provocada por un progreso tecnológico heterogéneo que mejora la productividad y reduce los costos.

La revolución de las inversiones intangibles, como el aumento de inversiones en software, la investigación y el desarrollo, los modelos comerciales y la propiedad intelectual, ha desencadenado cambios estructurales en las economías de todo el mundo. Las estimaciones varían, pero la participación de los intangibles en las inversiones totales (que incluye la inversión en máquinas, equipos y otros tangibles) creció del 4% a casi el 40% en los últimos 50 años en las principales economías desarrolladas.

 

A descubrir lo oculto

La propiedad económica de la escalabilidad de los intangibles es una de las principales razones del aumento de los markups. Por ejemplo, a diferencia de una máquina, un algoritmo de inteligencia artificial puede venderse y usarse sin desgaste ni costos adicionales de reproducción. Por lo tanto, surge un enfoque en el que el ganador se lleva la mayor parte; las empresas que pueden permitirse y explotar adecuadamente tales intangibles dispararán la productividad y podrán mantener los precios bajos, pero las que no lo hagan tendrán más dificultades para competir.

Si bien el progreso tecnológico trajo consigo una revolución de la productividad, lo cual es positivo, solo algunas empresas con suficiente flujo de caja podrán conseguirlo.

Las nuevas empresas tendrán más dificultades para competir con precios tan bajos al principio. Peor aún, dado que los bancos aún no aceptan como válidos los activos intangibles como garantía masivamente, las empresas jóvenes innovadoras y pequeñas todavía terminan aceptando tomar el dinero de empresas más grandes para poder escalar.

Dadas las discusiones actuales, vemos el bien y el mal del fenómeno y proponemos descubrir el poder oculto entre los dos. Por ejemplo, dado que parece que no hay poder de mercado per se, porque no hay evidencia de colusión masiva o bloqueo de entrada a los competidores, la evolución de la tecnología humana exige nuevas formas de regulación en las que los gobiernos no castiguen a las grandes empresas por ser tremendamente productivas. En cambio, el enfoque de política pública y regulación debería redirigir esfuerzos hacia la transferencia de tecnología mientras balancean el potencial de prácticas anticompetitivas que facilitan los intangibles.

* Candidata a doctora en economía

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