Desde mis ya lejanos años de estudio en la Universidad Complutense de Madrid he tenido la ilusión de presenciar la "rapa das bestas", fiesta de inmenso arraigo popular y cuyos principios se pierden en la noche de los tiempos si nos atenemos a petroglifos encontrados en la región y que muestran a hombres montando caballos salvajes. Por la televisión veía todos los años en el primer fin de semana de julio la rústica y bella fiesta. Su fecha de celebración coincide con los Sanfermines de Pamplona, Navarra. En los montes de Galicia ha habido desde la antigüedad manadas de potros salvajes; en algunos lugares todavía quedan, en los montes de Vigo, por ejemplo.
Se trata simplemente de traer al pueblo esos caballos y cortarles las crines y a veces marcarlos. Lo que se dice en pocas palabras se lleva a cabo en tres días de celebraciones. La fiesta comienza con una misa en la que se pide a San Lorenzo proteja a los "aloitadores". Estos son los encargados de cortar las crines y el verbo correspondiente es "aloitar".
Aunque la fiesta se celebra en varias localidades de Galicia la más auténtica, por decirlo de alguna manera, ocurre en la parroquia de San Lorenzo de Sabucedo, que pertenece al municipio de la Estrada. La parroquia tiene 200 habitantes y es famosa en toda España por su fiesta. El día señalado los encargados van al monte y con la práctica adquirida y por medios primitivos congregan en manadas a los caballos y yeguas que van a ser "aloitados" y los bajan al pueblo y los encierran en el "curro". Esta actividad de la bajada de los caballos se denomina en gallego "la baixa".
Lo que diferencia a "la rapa das bestas" de Sabucedo de todas las demás, es que en ella "los aloitadores" no utilizan ni cuerdas, ni palos, todo lo hacen con la fuerza de sus manos solamente; así el espectáculo es más primitivo y emocionante. Son tres "aloitadores" los encargados de dominar la bestia y cortarle las crines. El procedimiento es el siguiente: de los tres "aloitadores", dos van a la cabeza del animal y el otro al rabo. Uno de los destinados a la cabeza salta sobre el caballo y se sujeta fuertemente con las piernas para no caerse mientras el otro agarra al animal por las crines; en este momento el que hace de jinete se baja y uno de ellos sujeta la quijada del animal mientras el "aloitador" que va detrás se las ingenia para derribar al animal. Entonces uno de los delanteros aprisiona la cabeza del caballo bajo su brazo y le corta las crines; esta son dadas a los niños que las llevan en cestos.
Esta fiesta, como otras de España que tienen un motivo central de celebración (no solamente beber alcohol como sucede en muchas fiestas de muchos países del mundo, cuyo solo motivo es la bebida), como el Tributo de las Tres Vacas, el Misterio de Obanos, los Sanfermines y las Fallas de Valencia, atraen miles y miles de turistas de España y del extranjero. Tengo la suerte de haber vivido y gozado todas estas fiestas, exceptuando "la rapa das bestas". ¿Las viviré algún día?
Pues bien, en Vigo hay un enorme y bellísimo monumento a estos caballos. Mide 18 metros de altura y pesa 40 toneladas y también se encuentra en medio de un estanque. Se trata de 5 caballos que ascienden por una cascada. Es un homenaje a los caballos del Monte O Castro de Vigo.
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