María Carolina Velásquez

Foto I Freddy Arango I LA PATRIA

María Carolina Velásquez, la triatleta que representa a Caldas, compite la madrugada de este miércoles en los Juegos Olímpicos.

La idea de don Wilman era que todos en la casa se defendieran en el agua. Por eso les inculcó a sus hijas que aprendieran a nadar. Así empieza la historia de María Carolina Velásquez, la triatleta que la madrugada de este miércoles competirá en los Juegos Olímpicos de París 2024.

María Carolina, que hace cinco años representa a Caldas, nació en Marinilla (Antioquia). Es la hija menor de los Velásquez Soto que viven en el barrio El Hato. Don Wilman es vigilante y doña Nancy Margarita, ama de casa; sus hermanas, Cindy es administradora de empresas y Natalia, enfermera.

La exalumna de la Normal Superior de Rionegro arrancó en el deporte muy niña: "En el barrio, al frente de mi casa, era muy gamina, jugaba de todo", recuerda la triatleta.

"Mi papá quería que aprendiéramos a nadar, lo hicimos. También, porque siendo muy niña tuve bronconeumonía, me hospitalizaron y les recomendaron a mis padres que me llevaran a natación para hacer la recuperación cardiovascular".

Como la piscina está cerca de su casa, la relación de María Carolina con la natación fue más frecuente: "Me gustaba también el baloncesto, pero cuando empecé a entrenar en la piscina con Francisco Vélez, a los 10 años, no me dejaba ir a los partidos".

María Carolina nadó seis años: "Crecí y aprendí las técnicas, hacía los 100, 200 y 400 metros en espalda y mariposa. Representé al municipio y me gané dos cupos para ir a Medellín, pero como no había plata, pues no se pudo".

Cuando tenía 16 años llegó el auge del triatlón a Marinilla: "Mis amigos nadaban, trotaban, montaban en bici y me invitaban. Los veía y decía... ¿tres deportes? ¿qué horror?".

Sin embargo, la moda y la invitación de los amigos fue contagiando a María Carolina: "Lo hacía, pero me daba muy duro el trote, terminaba muy maltratada las piernas".

El punto de quiebre fue la carrera que hubo en el Lago Calima (Valle del Cauca): "El administrador de la piscina de Marinilla era directivo de la Federación y me invitó a participar el fin de semana en una carrera en el Lago Calima".

"Fui con una bicicleta prestada. Fue muy duro, por el calor y porque un día antes, mis compañeros que dijeron reconociéramos la ruta y me fui. Casi muero porque llevé una sudadera larga y gruesa y lo que era costumbre para ellos, para mí no".

¿Y cómo le fue? "¡Gané!". Y ese hecho le permitió pasar de la natación al triatlón.

Siendo ya triatleta, en Marinilla se hizo el selectivo nacional para el clasificatorio internacional a los Juegos Olímpicos de la Juventud: "Hice las dos marcas y gané el cupo para ir a México en compañía de Eduardo Londoño, de Caldas. Allí conocí al técnico Said Bustamante".

"Llegué a México, pero no tenía ni idea de los Juegos Olímpicos Juveniles. Lo supe cuando finalizó la competencia me dijeron que había clasificado y eso fue algo muy bonito".

No obstante, María Carolina siempre encontró un obstáculo para seguir en el triatlón: "Ellos estaban en Medellín y yo en Marinilla. Nos juntábamos algunas veces".

María Carolina vuelve de los Olímpicos y, por recomendación de su padre, debe decidir entre la Universidad y el triatlón: "Mi papá veía más importante el estudio, no veía el deporte como una profesión. Le hice caso y empecé a estudiar psicología".

A lo anterior se sumó el desorden de la Liga de Antioquia: "No tenían reconocimiento deportivo y los procesos no eran muy claros, yo en Marinilla, el técnico en Medellín".

Tras los Juegos Nacionales del 2019, en Bolívar, el entrenador que conoció en el proceso hacia los Juegos Olímpicos de la Juventud, apareció: José Said Bustamante.

"Los Juegos terminaron y Said me escribió un mensaje... hola, soy Said Bustamante, me puedes regalar tu número, te llamo. Le dije que sí y no volví a saber de él ese año".

Empezó enero del 2020 y hubo contacto: "Me llamó y me dijo que si quería venir a Caldas a hacer equipo con Maira Alejandra Vargas y le dije que sí; no lo dudé. Vine a la reunión a la Secretaría del Deporte con Andrés Marín y Said, y cuando salí de allí, dije que sí".

María Carolina regresó a su casa, al barrio El Hato y de nuevo la negativa don Wilman, su padre: "Le dije, me voy a Caldas, lo peor que me puede pasar es que no me recibas ¿Me recibes? Mamá, que siempre me apoyaba, me dijo que sí, pero papá preocupado por los estudios universitarios".

Su comienzo con Caldas fue duro porque debía estar dos meses en Manizales y dos meses en suelo antioqueño por los estudios. La pandemia llegó y le ayudó mucho porque la Universidad le transformó la carrera, de presencial, a virtual. "Eso fue clave".

El proceso con Caldas no solo fue nacional, sino internacional: "Lo empezamos en los Juegos Bolivarianos y ahí pensé que se podía soñar con los Juegos Olímpicos. Era un reto, no sabía hasta dónde podía, pero todo fue como una bola de nieve que creció".

"Ser deportista de alto rendimiento es la suma de un montón de poquitos, todos aportan", dice la atleta que está feliz en Caldas.

"Es bonito ver todo el proceso y el cariño de las personas. A Caldas se lo debo todo, me dio la oportunidad cuando la necesitaba y valió la pena, estamos en los Olímpicos, como lo soñé cuando lo soñé en los de la Juventud".

¿Y don Wilman? "cambió la percepción de las cosas, ya lo ve como una profesión".

María Carolina, cuando no está nadando, trotando o pedaleando, lee, viaja y busca los escenarios ideales para conocer y hacer senderismo: "Soy de pocos amigos o amigas, todos están en el deporte".

 

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