Diego A. Torres y Camilo Younes, autores del artículo sobre salarios de los docentes universitarios en Colombia

Foto I Tomada del periódico de la UNAL I LA PATRIA

Diego A. Torres y Camilo Younes, autores del artículo sobre salarios de los docentes universitarios en Colombia. Ellos son del Departamento de Física y Departamento de Ingeniería, Eléctrica, Electrónica y Computación de la institución de educación superior. Younes fue vicerretor de la sede Manizales, en la cual se desempeña como profesor de planta. 

 

 

REDACCIÓN I LA PATRIA

Manizales

 

Las verdades incómodas de los salarios de docentes universitarios en Colombia. Ese es el título de un llamativo artículo publicado en el Periódico de la Universidad Nacional de Colombia.

Los autores son Diego A. Torres y Camilo Younes, del Departamento de Física y Departamento de Ingeniería, Eléctrica, Electrónica y Computación de la institución de educación superior. Younes fue vicerrector de la sede Manizales, en la cual se desempeña como profesor de planta.

En la introducción del texto señalan que en un país obsesionado con las clases sociales y las élites como Colombia, el anuncio de que se van a intervenir los salarios de la “élite académica” de docentes universitarios puede sonar muy bien desde una perspectiva populista.

A renglón seguido advierten: “... pero se van a estrellar con la dura realidad de que los profesores no ganan los sueldos astronómicos que muchos imaginan, y, por el contrario, su poder adquisitivo ha venido decreciendo de forma sistemática afectando seriamente la calidad académica de las universidades”.

Younes le explicó a LA PATRIA que la publicación de este artículo surgió luego de que el ministro de Educación, Daniel Rojas, en la Universidad del Valle hace unos meses, anunció que se iban a modificar algunos decretos que no tenían que pasar por el Congreso. Entre esos, el decreto 1279 de 2002.

Este diario publicó el 31 de octubre pasado la nota titulada Desde la U. Nacional, incluida sede Manizales, llaman la atención al ministro de Educación.

Se refería a las palabras de Rojas, en un encuentro en la U. del Valle, acerca del impulso que aseguró les dará a decretos sobre formalización de los trabajadores académicos de la educación superior pública. Además, a la reforma del decreto 1279 de 2002 (que define los criterios de productividad para el reconocimiento salarial de los docentes de las universidades estatales).

El funcionario pronunció frases como: "Lo que pueda sacar por decreto, lo saco por decreto. Lo que haya que llevarse al Congreso de la República se lleva allá y lo que haya que pelear en las calles, se pelea en las calles". Y "Si aquí hay crisis fiscal, la pagan los ricos, pero jamás la van a pagar los pobres, y mucho menos la universidad pública".

Younes también le dijo LA PATRIA que el Ministerio de Educación se ha dado a la tarea de tratar de reformar este decreto, pero la primera vez que se enteraron de esa iniciativa fue hace apenas hace unos 2 o 3 meses en una reunión del Sistema Universitario Estatal en la Universidad de La Guajira, y posteriormente las declaraciones del Ministro de Educación.

“En ese momento entonces desde Atenea, nuestro sindicato, solicitamos expresamente al ministro que nos permitiera participar en la construcción de dos decretos. Uno es la modificación del 2779 y otro es uno que llaman, y lo entrecomillo, de formalización laboral”.

A continuación el texto y las gráficas del artículo de los dos docentes universitarios: 

Una mirada al salario de los docentes universitarios

Los profesores, en su escrito en el Periódico de la UNAL, recuerdan que el salario de los profesores de universidades públicas está regulado por el Decreto 1279 de 2002, que ha contribuido con el incremento de la calidad y la excelencia académica. Como toda norma, esta da el marco para las relaciones en el Estado, y es el que se debe utilizar; así mismo, con el tiempo se ha hecho necesario revisarla y ajustarla según la evolución de la sociedad en general, y de la academia en particular.

Fue acertado que el Decreto 1279 definiera un sistema en el que la meritocracia es la que determina el salario de los docentes, reconociendo los títulos académicos, la producción científica y la experiencia calificada como los principales determinantes en la remuneración inicial y en el aumento a lo largo de la vida académica. Esta ha sido una gran idea que ha contribuido a atraer jóvenes y talentosos profesores a las universidades públicas.

Sin embargo, el Decreto no consideró la evolución de la investigación científica mundial ni la importancia de incentivar la calidad académica, y tampoco fijó topes normales en ciertos incentivos, los cuales terminaron generando la errónea impresión de que los docentes universitarios tienen salarios exorbitantes que están desangrando económicamente a las universidades.

Miremos el caso de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), con alrededor de 3.000 docentes en diferentes categorías. El gráfico 1 muestra la distribución salarial de los profesores. El salario promedio ronda los $11.400.000, nada despreciable para Colombia, pero lejos de los más de $47 millones de un congresista, o de los $26 millones de un ministro.

Aunque es verdad que en la Universidad existen salarios por encima de los $30 millones, estos corresponden a menos del 2,5% de los salarios y no impactan seriamente las finanzas de la Institución, como se ha querido hacer ver.

Imagen tomada del Periódico de la UNAL I LA PATRIA

El gráfico 1 muestra un primer pico en salarios alrededor de $4.000.000. Dicho pico es originado por el salario de entrada de los profesores y por las vinculaciones a tiempo parcial. Esto muestra una dura realidad: el salario de entrada de los docentes es muy bajo, lo que genera desigualdad en las universidades.

 

El gráfico también muestra una curva agrupada hacia la izquierda, lo que se refleja en la mediana y que indica claramente que el 75% los salarios están por debajo de los $13.500.000.

 

En los últimos años el poder adquisitivo en Colombia ha ido disminuyendo sensiblemente, producto de que los aumentos salariales están fijados por la inflación del año inmediatamente anterior –con algunas excepciones ocasionales–, y no por el aumento al salario mínimo. Todos sabemos que en el país lo que incrementa el valor de bienes y servicios está definido por el salario mínimo y no por la inflación (gráfico 2).

 

Imagen tomada del Periódico de la UNAL I LA PATRIA

Gráfico 2. Evolución del poder adquisitivo a lo largo del tiempo, de los salarios de los docentes frente a los incrementos al smmlv. Fuente: Dirección Nacional de Personal Académico y Administrativo UNAL.

El eje y muestra los valores en salarios mínimos mensuales legales vigentes (smmlv) y el eje x la evolución de los salarios a lo largo de los últimos años. Las diferentes líneas de colores muestran los rangos salariales; por ejemplo la línea verde oscura se encuentra en el rango de 7 a 10smmlv a 2023, y en 2013 estaba en el rango de 15 a 20smmlv. Los aumentos a los salarios docentes suelen seguir al aumento de la inflación, mientras que históricamente el aumento del salario mínimo está por encima de dicha inflación.

Los docentes tienen la posibilidad de incrementar sus ingresos por productividad académica, por títulos de posgrado y por promocionarse en el escalafón docente, y así tratar de compensar la devaluación de sus ingresos salariales y superar el salario de enganche tan bajo. La productividad académica de artículos ha sido criticada por ser, aparentemente, el origen de los supuestos salarios “exorbitantes”. Esto se puede desmentir fácilmente analizando el gráfico 3, en el cual se puede observar que el origen principal del aumento de los salarios es por títulos adicionales.

Lo anterior es absolutamente normal en la academia moderna, ya que las nuevas generaciones de profesores llegan con una mayor preparación y experiencia previa al ingreso en la carrera docente. A modo de ejemplo, cada vez es más difícil ingresar a ser profesor de tiempo completo en una universidad sin tener título de doctorado y experiencia laboral posdoctoral. Impedir la promoción de las nuevas generaciones de docentes va en contra del mismo concepto de meritocracia sobre el cual está cimentado el Decreto 1279.

Imagen tomada del Periódico de la UNAL I LA PATRIA

Gráfico 3. Origen del incremento salarial de los docentes de la UNAL 2016-2023. Fuente: Dirección Nacional de Personal Académico y Administrativo UNAL.

En la Universidad Nacional de Colombia la principal razón de un incremento salarial obedece a los títulos de pregrado y posgrado obtenidos por el docente, por encima de la producción científica. Los valores de incremento se dan en puntos salariales, es decir la unidad de medida definida por el Decreto 1279, que cada año es fijada por el Gobierno nacional. En 2024 un punto salarial equivale a $20.895.

 

Sin demeritar la importancia de la producción científica como factor de aumento salarial, la verdad es que esta se encuentra estancada producto de factores como las desastrosas políticas del Gobierno en entes como el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación; el manejo del Sistema General de regalías; la falta de apoyo a las ciencias básicas, y la crisis económica en las universidades, que hace que sus sistemas de investigación no puedan soportar un sistema robusto de investigación, con altas demandas por parte de los profesores y sus grupos de investigación. Como se ve en el gráfico 4, el estancamiento en los incentivos en los últimos años es evidente.


Imagen tomada del Periódico de la UNAL I LA PATRIA

Gráfico 4. Producción de puntos salariales otorgados en los últimos años por publicaciones especializadas. Fuente: Dirección Nacional de Personal Académico y Administrativo UNAL.

El Decreto 1279 ha cumplido con darle el impulso necesario al sistema universitario público de alta calidad y, pasadas ya más de dos décadas, es importante actualizarlo por las razones correctas. El Decreto no fija los estímulos a la excelencia en docencia, no crea topes máximos a ciertos estímulos, no garantiza un salario de entrada digno a las responsabilidades de educación, investigación, extensión y trabajo académico administrativo, desconoce la realidad internacional de las grandes colaboraciones científicas y favorece un individualismo académico que está afectando seriamente el impacto de los resultados académicos para la sociedad.

Concluyen Torres y Younes: "El caso de la UNAL es un buen referente para entender la situación en las universidades públicas en Colombia, la mayoría de las cuales tienen una situación desfavorable con respecto a temas como investigación y cobertura con respecto a la Nacional".