Juan José Toro Rodríguez

Juan José Toro Rodríguez.

Hay que entender que la felicidad es relativa, ya que esta depende de los gustos y de lo que a cada uno le haga feliz, por eso no se puede tomar este concepto como una verdad absoluta, debido a que lo que a mí me produce felicidad, no necesariamente les va a producir felicidad a los demás.

Es un estado de ánimo, más no un modo de vida, porque el ser humano en su cotidianidad vive y experimenta varios sentimientos, y esto es bueno, porque de vez en cuando es sano sentir momentos de tristeza, preocupación y estrés, pero también es malo no tener espacios de alegría, diversión y felicidad. Ahora, sí se sabe que es conveniente tener un equilibrio en nuestros estados de ánimo, y no estar ni muy feliz ni muy triste, ni muy alegre ni muy enojado, ni muy preocupado ni muy tranquilo, ¿Por qué siempre se están buscando las emociones ‘buenas’?, ¿Por qué vivir en una constante búsqueda hacia la felicidad hasta tal punto que se convierte en una presión y un abrumante estrés?

Para responder a estas preguntas hay que empezar por lo más básico, y es la cuestión de las cosas que traen felicidad. Para muchos es el dinero, el poder, la familia, el bienestar de seres queridos o alcanzar metas y sueños, pero ¿por qué al obtener todo esto, el ser humano sigue intentando encontrar este preciado obsequio llamado felicidad, que conlleva a un camino oscuro y largo?

El hombre es ambicioso, y no se conforma con lo que tiene, por lo que a medida que va obteniendo cosas que antes lo hacían feliz, ahora no le produce ese mismo efecto y entra en un mundo donde se necesita conseguir nuevas cosas que a corto plazo lo hagan feliz. Pero, aquí entra el gran error y es que las personas creen, o más bien quieren creer que la felicidad va a estar para siempre, pero es un estado de ánimo, por lo que no va a ser así, debido a que se puede estar feliz con un suceso, pero si el día de mañana ocurre una situación inesperada que desestabilice emocionalmente, como la muerte de un familiar o la desgracia de un amigo, ya no se va a estar feliz.

De este modo, la felicidad inconscientemente lleva a la infelicidad, ya que al querer buscarla continuamente y tras la decepción de no poder encontrarla, se entra en una depresión, y abruma no hallar ese tesoro tan preciado que todos hemos anhelado, debido a que al estar feliz se siente un propósito de vida y que sí vale la pena despertar y vivir otro día más para contribuir a la sociedad de una manera positiva e influyente, pero, ¿cómo salir de esa presión agobiante por encontrar algo que ni siquiera se sabe que puede ser hallado?

Según David Salinas, psicólogo y terapeuta, “le cogemos mucha rabia a la tristeza, como si sentirse triste fuese algo de personas deprimidas, cuando es algo humano.” Por lo que es válido sentir estas emociones y entender que aunque se esté abrumado, el mundo no acaba allí y que existe la posibilidad de restaurar y volver a tomar el control de nuestra vida.

“Para hablar de felicidad hay que hablar de infelicidad también, es decir, qué hacemos con el lado oscuro de la vida. Creo que al darle tanta importancia a la felicidad, al poner la felicidad en un altar, estamos generando mucha frustración y mucho sentimiento de culpa. Yo le digo a mis pacientes que se quiten de la cabeza la idea de que la felicidad es un objetivo que hay que alcanzar, porque no funciona de esa manera.”

Lo anterior es fundamental para el progreso hacia la felicidad. Es importante entender que la felicidad no se puede convertir en un objetivo, sino que una meta o sueño que al poderlo alcanzar lleve a esta, pero que también el viaje y el camino que se recorrió para llegar al propósito de felicidad. Allí está la clave, porque la felicidad no se busca, sino que ella llega.

 

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No se debe poner la felicidad como una meta, porque de esta forma no se disfrutaría del proceso. Está bien sentirse mal, ya que solo hay estados de ánimos, y todos están creados para diferentes situaciones que la vida trae, por lo que es adoptar ese balance emocional en la vida y ser feliz con lo que se tiene y no poner este objetivo en cosas que conlleven a la desesperación por no encontrar ese gran tesoro llamado felicidad.

“Ser feliz no significa que todo sea perfecto, significa que has decidido mirar más allá de las imperfecciones”, Héctor Acevedo.

 

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