Foto | Cortesía | LA PATRIA | PEREIRA | En octubre han capturado a 231 personas por diferentes delitos.
En rueda de prensa el alcalde de Pereira, Mauricio Salazar, habló sobre el balance de seguridad del mes de octubre en la ciudad. Desde su despacho, Salazar se apoyó en las cifras que entregó Yurian Romero, comandante encargada de la Policía Metropolitana de Pereira y del secretario de Gobierno del municipio.
Seguridad en cifras
El alcalde empezó subrayando que ha sido un mes histórico para la ciudad en cuanto a capturas. “Son 231 capturas en un solo mes” por diferentes delitos. Asegurando que las autoridades de la ciudad trabajan sin pausa para hacer de Pereira un lugar seguro.
Además, brindó otras cifras que validan la buena gestión en materia de seguridad de su administración. Según sus cifras en Pereira este año van 16% menos en extorsiones, hurto de celulares 667% menos (en comparación al año pasado) y 39 armas de fuego decomisadas durante octubre, a lo que la coronel Romero señaló que “estamos haciendo la tarea”.
A su turno la coronel Yurian Romero, explicó que viene en ejecución el Plan Pared, que se desarrolla en el centro de la ciudad, con un importante número de uniformados. Destacó que se adelantan importantes investigaciones frente a los homicidios que se han presentado recientemente.
“Vendetta entre delincuentes”
El Alcalde fue enfático al señalar que los hechos violentos de los últimos días donde varias personas han perdido la vida, se debe a ajustes de cuentas, a guerras internas de bandas delincuenciales, pero no tiene que ver con ‘ciudadanos de bien’; con excepción de un caso de hurto a vehículo que infortunadamente derivó en un homicidio.
Y subrayó que quienes han muerto no han sido personas del común, sino que se debe, según inteligencia, a una disputa interna entre el grupo armado Cordillera y una pequeña división de ese grupo.
“Sabemos que hay una disidencia en esta organización y pues eso ha generado. Ha traído como desenlace unos homicidios producto de unas tensiones entre delincuentes. Acá no están asesinando comerciantes, acá no están asesinando periodistas. Acá no están asesinando gente de bien, es una vendetta entre delincuentes”.
También reconoció que la reacción de las autoridades no se ha hecho esperar para atender estos casos, y que en la ciudad se han presentado las ya mencionadas capturas. Algunas de ellas corresponden a los casos de homicidio.
“Me parece que es importante hacerle justicia al esfuerzo que hacemos como autoridades, porque ese control de acabar con estas organizaciones no lo ha logrado nadie y lo que hacemos las autoridades es avanzar para lograr desarmarlos”.
Atacar la enfermedad no el síntoma
Oscar Martínez, investigador social, ofreció un análisis de la reciente ola de homicidios que se desató desde el triple asesinato en Santa Rosa de Cabal y que ahora tiñe de sangre las calles de Dosquebradas y Pereira, sugiriendo que los asesinatos que tuvieron lugar en Santa Rosa a principios de octubre intensificaron un ciclo de violencia que ya tenía bases previas.
“Sí, ha aumentado el pico de la tasa de homicidios desde ese momento, es indiscutible, pero no creo que eso haya sido un punto de inflexión. Veníamos con una tasa constante desde hace al menos dos años. Parece no tan alta, pero si se analiza mes a mes o al final del año resulta ser alarmante para una región donde, aparentemente, no había una presencia alta de actores armados”.
Martínez subraya que este fenómeno no se resolverá con medidas de corto plazo: “Tiene que haber una política estructural; no podemos seguir atacando solo el síntoma, sino las causas de la violencia. La violencia urbana es endémica y está inserta en esta sociedad. Lo que habría que pensar es qué la genera”.
Para él, uno de los factores clave es la falta de oportunidades en barrios populares o marginales, lo cual históricamente ha sido un terreno fértil para el surgimiento de la violencia. “Desde los años 90, la violencia urbana se alimenta de esta falta de oportunidades en sectores populares. La pregunta es, ¿qué estamos haciendo frente a eso?”, añadió.
Para Martínez, es fundamental ofrecer a los jóvenes de estos barrios más que un trabajo o un subsidio; la solución radica en proporcionarles un proyecto de vida que contemple sus identidades y aspiraciones.
“Se necesita reconocer las identidades juveniles y ofrecerles opciones que los identifiquen y los reconozcan, de manera que no terminen viendo en los grupos armados la única alternativa”.
Estudiar la macrocriminalidad
El académico además señala que hay un factor que se ha estudiado poco en la región: estudiar en profundidad la macrocriminalidad. Para ello, considera crucial reactivar los observatorios de violencia y criminalidad, que permitan mapear las zonas de riesgo —las llamadas “ollas” o puntos de expendio de drogas— y evaluar el impacto real de las políticas de intervención.
“La gente sabe dónde están los puntos de consumo, pero ¿qué se está haciendo en esas zonas? Es necesario profundizar en términos de investigación y monitoreo de las violencias en la región”, concluyó.
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