Ni tanta izquierda, ni tanta derecha

Señor director:

-hay que buscar la unión- 

Los estados omnipotentes y el capitalismo sin dogal, no conllevan el óptimo. No traen bienandanza. El ejercicio de la política en todo el orbe debe tener como característica especialísima el predominio del sentimiento de respeto por la soberanía y autodeterminación de las naciones. Obviamente se supone que no hay ninguna nación que quiera acabar con las libertades de los seres humanos. Desafortunadamente existen varias naciones donde sus mandatarios tienen a sus habitantes como unos bovinos. Y en estos casos es la ONU o la OEA  la que alce la voz de protesta.

El deber ser de las cosas, lo que es el sentido común, enseña que nadie tiene por qué inmiscuirse en la cotidianidad de otros países. O en la vida de nuestros congéneres. No hay razón tampoco para que los dirigentes o presidentes lleguen a “creerse el cuento” que tienen la verdad revelada en política o economía. Así como los seres humanos requieren de sus dos manos, la derecha y la izquierda, esos dos pensamientos deben mezclarse para lograr éxitos económicos y sociales. 

Los presidentes tampoco pueden alentar o atentar contra las leyes económicas naturales, trayendo otra vez modelos viejos de política que atentan contra las libertades de todo tipo, que van rebajando a sus habitantes y aburriéndoles con macabro estilo su existencia. Todos los dirigentes del orbe deben entender con verdadera comprensión cristiana, que la paz y la armonía entre los seres humanos es fundamental. Deben entender que su misión es incentivar y vigorizar la felicidad y alegría para todos. Presidentes y dirigentes tienen que buscar ennoblecer la política y la economía.

Rogelio Vallejo Obando

Canción de Armando Zabaleta en contra del nobel Gabriel García Márquez

Señor director:

Tremendo escándalo ha suscitado la canción del guajiro Armando Zabaleta “Aracataca espera”, interpretada por los cantantes Carlos Vives y Silvestre Dangond en el reciente Festival Vallenato, en Valledupar, en una parranda privada. En los versos, el autor le reclama al nobel Gabriel García Márquez el desprecio por su pueblo natal. El cataquense jamás quiso su sitio de origen; muchísimo menos a Colombia. Cuando ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982 muchos creían que era mexicano por su exilio voluntario, donde murió. Vives y Dangond lo que hicieron fue interpretar. ¿Cuál es el delito?...

Helena Manrique Romero

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