El desorden público está en la agenda del día
Señor director: 

Cuando se ve a esa serie fatídica de desalmados destruyendo patrimonio público y privado, acabando con todo lo que encuentran a su paso, piensa uno que fuerzas muy oscuras están infiltrándose en las manifestaciones para provocar caos.
Se entiende que los que le están causando graves daños al sistema de transporte público: Transmilenio, son delincuentes terroristas. Se impone un serio y drástico plan de seguridad en Bogotá. El alcalde debe llenarse de valor cívico y democrático, para parar en seco a los bárbaros, que le hacen tanto daño al patrimonio público, afectando gravemente el bienestar de las familias.
Al observar esta marea terrorista me viene a la mente sentencia, del distinguido economista y líder cívico del Valle del Cauca, Alfredo Carvajal Sinisterra: “Acordémonos que el mayor problema no es la gente que alberga el mal en su corazón, sino la gente que por miedo, falta de carácter, o por pura ingenuidad, deja que ellos triunfen”.
Los estados tienen que ser pragmáticos en la neutralización de los diferentes tipos de violencia, porque en el fondo todas hacen invivibles las repúblicas, a las que hay que defender sus democracias. A los exaltados violentos hay que aplicarles la ley, porque la Constitución tiene que ser respetada. El artículo 95 constitucional no puede seguir estando de bonito. Hay que hacerlo cumplir a rajatabla.
“La violencia no puede ser el mecanismo de resolución de los problemas y tensiones sociales. Y lo que es más importante, no podemos dejar que la violencia rompa los lazos de confianza y tejido social. Esto sería un daño sociológico de mucho calado, que nos puede llevar a abismos muy complicados y aún a situaciones de muy difícil retorno. Por ello, hay que ser muy claros sobre el rechazo de la violencia, y no caer en el timo de cabalgar en sus trampas mortales.
Muy importante que tengamos un horizonte común de sociedad, pues nos da una clave de lectura de trabajo común, y eso fue precisamente lo que hizo la Constitución del 91, como Carta de derechos, pero no debemos olvidar también la otra cara, la de los deberes”: como con excelencia y sabiduría lo expresó Luis Felipe Gómez Restrepo en su columna de LA PATRIA 03/05/2021.
Finalizo la Nota Cívica reiterando que los estados tienen que ser pragmáticos en la neutralización de los diferentes tipos de violencia, porque en el fondo todas hacen invivibles las repúblicas. 
Rogelio Vallejo Obando


La restauración de la juventud
Señor director: 

En la época que estamos viviendo, con la pérdida de valores, es imperativo que el Estado implemente programas pedagógicos que conlleven a fortalecer las familias como el núcleo central de la sociedad. Se debe crear conciencia de la responsabilidad tan grande que es procrear hijos, pues la descomposición social es producto de los hogares descompuestos y destruidos, en los que miles de jóvenes no tienen una formación integral que les permita enfrentarse a los compromisos y desafíos durante su vida.
A los colegios tienen que regresar materias tan importantes como urbanidad, cívica, comportamiento y salud, religión, ética, y una nueva, a mi consideración, que sería autoestima. Los valores que nos enseñaron fueron los pilares trascendentales que nos permitieron escalar, lográndonos ubicar como personas de bien.
No interesa la condición social que se tenga, ni el nivel económico, ni la raza, ni el credo; como tampoco el arte, profesión u oficio. Hay que fortalecer la autoestima en los jóvenes, apoyarlos en sus metas y sueños, como también en la obediencia y el respeto por sus padres, maestros y sus semejantes. Hacer que tengan mayor sentido de pertenencia y amor  propio y por lo que hacen, hacerles saber que son imprescindibles para el mañana, que su vida y su presencia es valiosa.
Álvaro Alzate Ussma

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El desorden público está en la agenda del día
Señor director: 

Cuando se ve a esa serie fatídica de desalmados destruyendo patrimonio público y privado, acabando con todo lo que encuentran a su paso, piensa uno que fuerzas muy oscuras están infiltrándose en las manifestaciones para provocar caos.
Se entiende que los que le están causando graves daños al sistema de transporte público: Transmilenio, son delincuentes terroristas. Se impone un serio y drástico plan de seguridad en Bogotá. El alcalde debe llenarse de valor cívico y democrático, para parar en seco a los bárbaros, que le hacen tanto daño al patrimonio público, afectando gravemente el bienestar de las familias.
Al observar esta marea terrorista me viene a la mente sentencia, del distinguido economista y líder cívico del Valle del Cauca, Alfredo Carvajal Sinisterra: “Acordémonos que el mayor problema no es la gente que alberga el mal en su corazón, sino la gente que por miedo, falta de carácter, o por pura ingenuidad, deja que ellos triunfen”.
Los estados tienen que ser pragmáticos en la neutralización de los diferentes tipos de violencia, porque en el fondo todas hacen invivibles las repúblicas, a las que hay que defender sus democracias. A los exaltados violentos hay que aplicarles la ley, porque la Constitución tiene que ser respetada. El artículo 95 constitucional no puede seguir estando de bonito. Hay que hacerlo cumplir a rajatabla.
“La violencia no puede ser el mecanismo de resolución de los problemas y tensiones sociales. Y lo que es más importante, no podemos dejar que la violencia rompa los lazos de confianza y tejido social. Esto sería un daño sociológico de mucho calado, que nos puede llevar a abismos muy complicados y aún a situaciones de muy difícil retorno. Por ello, hay que ser muy claros sobre el rechazo de la violencia, y no caer en el timo de cabalgar en sus trampas mortales.
Muy importante que tengamos un horizonte común de sociedad, pues nos da una clave de lectura de trabajo común, y eso fue precisamente lo que hizo la Constitución del 91, como Carta de derechos, pero no debemos olvidar también la otra cara, la de los deberes”: como con excelencia y sabiduría lo expresó Luis Felipe Gómez Restrepo en su columna de LA PATRIA 03/05/2021.
Finalizo la Nota Cívica reiterando que los estados tienen que ser pragmáticos en la neutralización de los diferentes tipos de violencia, porque en el fondo todas hacen invivibles las repúblicas. 
Rogelio Vallejo Obando


La restauración de la juventud
Señor director: 

En la época que estamos viviendo, con la pérdida de valores, es imperativo que el Estado implemente programas pedagógicos que conlleven a fortalecer las familias como el núcleo central de la sociedad. Se debe crear conciencia de la responsabilidad tan grande que es procrear hijos, pues la descomposición social es producto de los hogares descompuestos y destruidos, en los que miles de jóvenes no tienen una formación integral que les permita enfrentarse a los compromisos y desafíos durante su vida.
A los colegios tienen que regresar materias tan importantes como urbanidad, cívica, comportamiento y salud, religión, ética, y una nueva, a mi consideración, que sería autoestima. Los valores que nos enseñaron fueron los pilares trascendentales que nos permitieron escalar, lográndonos ubicar como personas de bien.
No interesa la condición social que se tenga, ni el nivel económico, ni la raza, ni el credo; como tampoco el arte, profesión u oficio. Hay que fortalecer la autoestima en los jóvenes, apoyarlos en sus metas y sueños, como también en la obediencia y el respeto por sus padres, maestros y sus semejantes. Hacer que tengan mayor sentido de pertenencia y amor  propio y por lo que hacen, hacerles saber que son imprescindibles para el mañana, que su vida y su presencia es valiosa.
Álvaro Alzate Ussma