Olivas y aceitunas...
Señor director:

La política, según definición manida, aburrida y hasta cansona según los cánones de la buena semántica : Es el arte de gobernar. Pero todo indica, desde la praxis, que es más bien el poder para poder como medio de riqueza y para sojuzgar. Todos los candidatos saben al dedillo cuáles son los problemas de quienes carecen de un mìnimo de bienestar por aquello de las necesidades básicas y que son connaturales a los seres humanos y, para saberlas no es necesario consultarle a un destacado o eximio sociólogo u hojear textos de economía, ya que las vivencias de la cotidianidad las tiene presentes sin verlas, pero sí vivirlas y sentirlas
Todos los candidatos a corporaciones públicas y a cargos en el ejecutivo saben que si se solucionan los problemas básicos de las clases populares y, son estas la más vulnerables para tenerlas como las gallinas de los huevos de oro para recurrentemente con el cuento de ahora sí les llegó la hora porque ya es tiempo para tenerlos una y otra vez como electores para hacerse reelegir indefinidamente.
La lucha por el poder explica tangiblemente cómo existe una puja entre los de izquierda y derecha, los de arriba y de abajo y los que no tienen ni idea y sirven de carnada o denominados “idiotas útiles” por carecer de independencia y algo más, de ideología, de identidad y de principios para proceder con libertad y autonomía. Los ricos contra los pobres, siembran maniqueísmo a dos manos con el epímone de los ricos son malos y los pobres son buenos, lo que los ricos tienen corresponde a los pobres, como que si la única riqueza existente fuera la expresada en dólares, que no es mala, es bien que proporciona desarrollo, progreso, crecimiento, bienestar, empleo y de paso beneficia a quienes sin mucha sindéresis se quejan de ser “ pobres”.
La pobreza tiene múltiples causas, entre otras el zanganismo, la pereza, la falta de oportunidades, el malgastar el dinero en ociosidades, el desconocimiento de prioridades, la ignorancia, el no aprovechar las oportunidades, los vicios, acostumbrarse a vivir de subsidios, de la mendicidad, de la delincuencia, la irresponsabilidad y otras que todos las sabemos de memoria. Es cierto que la riqueza de muchos no es non sancta y también hacen mal uso de ella, convirtiéndola en arma letal contra los más desprotegidos. Se trata de construir una riqueza que sea solidaria, justa, sin explotaciones que respete la dignidad humana sin abusos ni atropellos en pro de una sana convivencia entre los seres humanos sin discriminaciones. En síntesis, tanto los unos como los otros buscan el poder para poder con demagogia y silogismos mal elaborados, pero efectivos.
Elceario de J. Arias Aristizábal

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