Las muletillas empobrecen la comunicación
Señor director: 

Es indiscutible que periodistas, locutores, cronistas, relatores y comentaristas con acceso constante a los medios de comunicación están obligados a velar por la pureza del idioma, a aplicar lo correcto de la lengua, la riqueza inagotable de la buena comunicación, la coherencia entre las partes, sin vicios ni barbarismos; por lo mismo, deben alimentar, diariamente, la cultura de un pueblo, que en ocasiones usa la procacidad desenfrenada, la manifestación sucia, la vulgar coprolalia, los extranjerismos innecesarios y los neologismos acomodados ignorantemente, como aperturar, recepcionar y direccionar, etc., sin sentido, sin plenitud en lo dicho y escrito.
De un tiempo para acá, se cayó en “LA TEMATITIS” que se reitera, sin cansancio, al sacar la palabra TEMA de su real significado; se usa a toda hora, se imita y copia, se volvió pobrísima muletilla; la usan sin ton ni son; se afea la expresión, se emplea sin propiedad, muchas veces sobra, se vuelve postiza y se convierte en un comodín inoficioso, vacío, torpe, gastado... Veamos ejemplos: “Jugó sin nueve y el tema funcionó”; “hoy con variaciones por un tema de carga física”; “se suspendió el partido de exhibición de Federer por tema de toque de queda”; “se ha movido el tema de la boletería”; “no llevo a Borré por el tema de copa libertadores”; “le duele el tema de levantarle el balón”; “nos preocupa el tema de la lluvia que cae sobre Manizales”; “para que se reponga en el tema del talón de Aquiles”; “esos guerrilleros se involucraron en el tema del narcotráfico”, y ... Se corrigen, suprimiéndola, simplemente.
Quiero, porque me duele el mal empleo de la lengua, reclamarle el compromiso a un grupo de pacientes en estado comatoso que he escuchado y comprobado, frecuentemente, para que piensen, mediten y corrijan porque emplean y extienden como epidemia una palabra rica que se empobrece por el uso inapropiado, vacuo y sin sentido. Tema es la idea central de un texto, de una película, de un libro, de una conferencia, de una clase, de una charla, de una homilía, es su asunto. Ahora, además, se puso de moda y crece “como verdolaga en playa” la argentinitis (“estamos en la previa del partido”, “vivimos el previo”, “llegué recién”).
Muchos cronistas y comentaristas se imitan, se copian y vuelven el idioma una pintoresca colcha de retazos. Tienen a los argentinos, no precisamente a los cultos, como su norte y faro, y olvidan y desconocen, al parecer, que cometen innumerables gazapos y barbarismos al hablar. Temo, de verdad, para terminar, que llegue el día en que pronunciarán de manera ridícula, afectada y postiza la “ye” y la “elle” como lo hacen “los humildes habladores” del sur, sur.
Jorge Clemente Jiménez Fernández

Quisquilla con don Efraim
Señor director: 
En La Patria del martes 16 de julio, don Efraim Osorio refiríendose a  la figura literaria  epímone escribe: “los pobres tienen muchas necesidades, necesidades ni Guespéu ni nadie remediarán”. Algo suena mal, hace falta la palabra ‘que’ entre los vocablos necesidades y ni.
Rigoberto Escudero Osorio
 

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