La fotografía, peldaño para el cine

Señor director:

Nadie piensa en los orígenes o en los precursores de inventos que rodean nuestro quehacer diario. Veo pasar frente a mí un automóvil “mayor de edad”; en la parte frontal, más arriba de su vidrio panorámico ostenta una frase desafiante: ¡Yo también fui último modelo! Esta referencia me permite hablar no solo del paso del tiempo, sino de los cambios inexorables que ocurren mientras se pasa de lo antiguo a lo moderno. En este caso, de lo que en parte el cine debe a la fotografía.

El cine es un arte; el séptimo, para mayor precisión. Para que apareciera fue necesario que Joseph Nicéphore Niéce (1765-1833) inventara la fotografía, por el año 1826, más o menos. Eso prueba que un invento lleva al nacimiento de otros. Después de la fotografía hubo grandes inventos que se desarrollaron a lo largo del siglo XX: la radiofoto, la telefoto y la televisión son apenas unas pocas de sus derivaciones. Admiramos los avances logrados por el cinematógrafo, llamado simplemente cine. No nos detenemos a pensar en su invención y primeros pasos, cuando los hermanos Auguste-Marie y Louis-Jean Lumière lograron recrear la realidad, tras arduos y agotadores intentos en la fábrica de su padre, Antoine. Corrían los años 1894 y 1895. Los dos inquietos franceses obtuvieron una sustancia gelatinosa compuesta con bromuro.

Con una rudimentaria caja de 20 centímetros de lado, lograron no solo imágenes tomadas de la realidad, sino que fueron capaces de proyectarlas para dar la sensación de movimiento. El hecho ocurrió en Lyon, donde residían los Lumière. La primera película filmada por ellos muestra a los obreros de la fábrica en el momento de su salida; se conoce como ‘La sortie de l’usine Lumière à Lyon’ (‘La salida de la fábrica Lumière en Lyon’). El 22 de marzo de este año se cumplieron 129 de ese acontecimiento, pionero del cine actual. Pensemos que detrás de tanta maravilla tecnológica están los esforzados visionarios que hicieron posible el prodigio del séptimo arte.

José Alejandro Vanegas Mejía

 

Aumenta la indigencia

Señor director:

Estoy sorprendido porque en Manizales nunca había visto tanta miseria en las calles y tanto indigente durmiendo en los andenes. El número aumenta cada día, como si existiera una mano perversa que los trae con mentiras de otras localidades. Hay unos que son buena gente porque los adormece el vicio que consumen, pero hay otros que son agresivos y peligrosos. Para este delicado tema pareciera que tampoco hay ningún programa oficial, y como siempre he dicho: todos tan callados.

Bernardo Molina Marulanda

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