En mis artículos trato de no repetirme, a veces es muy difícil, porque la vida es una y la construimos en torno a nuestros intereses y, sobre todo, alrededor de los seres que amamos.
La muerte me ha visitado varias veces en la vida y he tratado de acercarme a ella de una manera sabia. Hace unos años escribí un artículo al respecto, que hoy me permito retomar, pues me parece que no pierde su vigencia y habrá muchas personas que se puedan beneficiar de él.
Caminamos con paso seguro hacia su encuentro, pero casi nunca pensamos en ella. Pocas herramientas nos provee nuestra cultura occidental para abordarla; sin embargo ese tiquete de ida lo tenemos adjudicado desde el mismo día en que llegamos a esta tierra.
Pero nos identificamos tanto con el cuerpo que llegamos a pensar que es lo único que somos, unimos de una manera tan absoluta la identidad a la corporeidad que nos olvidamos de una gran verdad: Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana y no al contrario.
Hace un tiempo acompañé a mi querida Madre a que le aplicaran los Santos Óleos, sólo ella y yo estuvimos allí, en esa pequeña ceremonia, privada y entrañable, pues ella no quería asustar a ninguno de mis hermanos, pero el deterioro de su cuerpo ya le anunciaba la cercanía de su partida.
Luego de recibir la explicación del sacramento y de entender su magnitud, hubiese querido tomarlo también, pero la iglesia considera que si no hay peligro de muerte o no se pasa de cierta edad, la persona no puede recibirlo.
La enfermedad y la muerte de los seres queridos nos confrontan y nos obligan a pensar en lo transitorio de este paso por la tierra. Somos los conductores de un vehículo, pero no somos el vehículo; ese se queda acá, así que es mejor estar preparados.
En el Libro Tibetano de la Vida y la Muerte, Sogyal Rimpoché nos comparte una profunda práctica de preparación para la muerte, es el Phowa, en el libro, el monje describe en detalle cómo debe hacerse y aconseja que lo convirtamos en un ejercicio diario, ya que en la medida en la que estemos mejor dispuestos será más sencillo el momento de la transición al más allá.
Lo bonito de esta práctica es que no es excluyente; a los que profesamos la fe católica, nos invita a invocar con toda nuestra fe la presencia de Dios, el Espíritu Santo, Jesucristo o la Virgen María, lo importante, dice el monje, es sentir esa presencia y confiar en que nos está acompañando.
La oración es: “Por tu bendición, tu gracia y tu guía, por el poder de la luz que brota de ti: Que todo mi karma negativo, mis emociones destructivas, mis oscurecimientos y bloqueos sean purificados y eliminados, que me sepa perdonado por todo el daño que pude haber pensado y hecho, que cumpla esta profunda práctica de Phowa y tenga una muerte buena y pacífica y, por el triunfo de mi muerte pueda beneficiar a todos los demás seres, vivos o muertos”.
Repasar estas palabras tiene un efecto profundo en mí; me conmueve su grandeza, son bellísimas, generosas y profundas.
Por otro maestro que ya partió de esta tierra, conocí una oración que se llama Orientación al espíritu desencarnado: “Gracias por todo lo que compartimos; gracias por los momentos felices y por todo lo que aprendimos juntos. Gracias por lo que nos enseñaste; ahora ya nada más tienes que hacer aquí, tu función en este mundo ha terminado; puedes irte en Paz, pues ya hiciste todo lo que tenías que hacer y siempre hiciste lo mejor que podías, nada queda pendiente. (…) sigue tu camino al mundo maravilloso de luz que está esperando por ti. No mires para atrás, no mires para abajo; mira solamente hacia arriba, busca la luz que te guía hacia la morada de tu Padre, llénate de felicidad y tómate de las amorosas manos de tus hermanos, que han venido a recibirte, observa sus rostros felices y radiantes de verte llegar, te estaban esperando y ahora te reciben con infinita alegría. Entrégate totalmente a tu nuevo mundo y regocíjate con la presencia de tus maestros, ahora inicia una experiencia de paz, de amor y de valoración de todo lo que has comprendido”.
Espero que estas sencillas, pero profundas herramientas, les ayuden en el momento más trascendente de sus vidas y de sus seres queridos.
Es una cita inevitable, así que vayamos hacia ella lo mejor preparados que podamos.