El 22 de octubre celebramos el inicio formal de la profesionalización del Trabajo Social en Colombia, con la fundación en 1936 de la primera Escuela de Servicio Social en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá, bajo la dirección de María Carulla de Vergara. Esta institución marcó un hito en la historia del Trabajo Social en el país, al formalizar una disciplina comprometida con la justicia social y la mejora de la calidad de vida de las comunidades vulnerables.

En Europa, el Trabajo Social tiene sus raíces en las transformaciones sociales y económicas de los siglos XVI y XVIII. En Inglaterra, las Leyes de Pobres (Poor Laws) de 1601 fueron un antecedente clave en la asistencia social, estableciendo la obligación de las parroquias de ayudar a los pobres y diferenciando entre los “pobres merecedores” y los “no merecedores”. Bibiana Travi (2012) señala que estas primeras formas de organización del conocimiento sobre la pobreza sentaron las bases para el desarrollo del Trabajo Social.

Mary Richmond, pionera del Trabajo Social en Estados Unidos, abogó por una comprensión más científica y empática de la profesión, alejándose del asistencialismo. En su obra Diagnóstico Social (1917) estableció un enfoque metodológico para el Trabajo Social, enfatizando la necesidad de un conocimiento exhaustivo del objeto de análisis. Su visión permitió construir una identidad profesional propia, consolidándose como una disciplina académica y transformadora durante el siglo XX.

El desarrollo del Trabajo Social en Colombia ha estado influenciado por estas corrientes filosóficas y políticas, promoviendo una transición desde un enfoque asistencialista hacia una práctica crítica y transformadora. Desde sus orígenes en la caridad organizada hasta su consolidación como una disciplina académica, el Trabajo Social en Colombia ha buscado contribuir al bienestar y a la justicia social, equilibrando la teoría con la práctica para promover el cambio estructural.

La reconstrucción biográfica de las pioneras del Trabajo Social resalta la voz de mujeres que, a pesar de su alta formación académica, no pudieron ingresar a los claustros universitarios debido a la discriminación sexual y disciplinar. Estas mujeres fueron las verdaderas “inventoras” del Trabajo Social, y su labor fue crucial para sentar las bases de la profesión tal como la conocemos hoy. Figuras como Laura Jane Addams (1860-1935), socióloga, trabajadora social, feminista y Premio Nobel de la Paz, representan el compromiso del Trabajo Social con la justicia social y la transformación de las realidades más vulnerables. Addams impulsó la evolución de la profesión hacia un enfoque basado en los derechos humanos y la equidad, promoviendo la inclusión social y la defensa de los derechos de las comunidades desfavorecidas. (Travi, García, Fernández, 2009).

Desde sus raíces históricas, el Trabajo Social ha demostrado ser una profesión comprometida con la justicia social y la transformación social. En Colombia, esta evolución ha significado un tránsito hacia prácticas más críticas y emancipadoras, orientadas a promover el bienestar colectivo. Celebrar el 22 de octubre es reconocer este legado de cambio y el papel fundamental del Trabajo Social en la construcción de una sociedad más equitativa y solidaria.