Contra todo pronóstico y con mucho temor de los europeos y de una gran parte del mundo, Donald Trump arrasó en las pasadas elecciones presidenciales gringas, ganando por más de cinco millones de votos contra su rival, con el control de las cámaras legislativas y de la Suprema Corte. Va a gobernar controlando las tres ramas del poder. Se dice que la caída del imperio romano obedeció principalmente a la pérdida de valores, la moral y las buenas costumbres y esto está pasando en los Estados Unidos.

Hace 50 años Nixon renunció a la presidencia por el escándalo de Watergate. Eran otras épocas, ahora Trump se mostró en campaña como un pistolero del viejo oeste. Grosero, mentiroso, intimidante, misógino y bandido. Con condenas judiciales en firme y con más de 30 procesos en curso. Llegó a su primer gobierno como un intruso del Partido Republicano y sin experiencia como gobernante, por lo que le tocó gobernar haciendo acuerdos con sus copartidarios. Al final se cogió confianza y no quería entregar el poder, propiciando un levantamiento popular por un supuesto robo de las elecciones presidenciales en el 2021. Nadie sabe cómo van a ser las cosas ahora que llega como dueño absoluto y mandamás de ese Partido.

Los gringos están felices. Como dice la Biblia, esperan “ríos de miel y leche”. Solo los mueve la economía. Es lo único que les interesa. Primó la polarización a la sensatez. Ven a Trump como un súper héroe, el salvador de los Estados Unidos y de la humanidad. Están convencidos de que acabará rápidamente con la guerra en Ucrania y en Israel. Por arte de magia saldrán expulsados 20 millones de inmigrantes y controlará la inflación y el desempleo subiendo los aranceles a las importaciones en un 25%. Falta ver qué tan viables y eficaces van a ser estas políticas.

Políticamente, Petro puede estar en la orilla opuesta a la de Trump, pero como seres humanos y gobernantes son muy parecidos; no aceptan críticas, son implacables con sus enemigos, no aceptan errores, ni equivocaciones. Abusan de las redes sociales y de las noticias falsas (fake news). El triunfo de Trump se encargó de evidenciar que los medios de comunicación tradicionales perdieron su importancia. La comunidad se está informando a través de las redes, sin ningún filtro de veracidad. Petro confirmó que este procedimiento da frutos, por lo que sin lugar a dudas intensificará el uso y el abuso de su comunicación a través de X.

Trump nunca aceptó su derrota en las elecciones pasadas, alegando que se las robaron y Petro está enfrascado en una pelea con la Registraduría Nacional, creando un manto de duda sobre la institución y denunciando anticipadamente, un posible robo en las próximas elecciones. No se entiende cómo estos mandatarios logran tener apoyo electoral. Ambos se ven huraños y agresivos.

Aparentemente Colombia no debería tener problema con Trump, somos tan pequeños que no estamos en su “radar”. Dos temas le podrían interesar: el control que están teniendo de los territorios los narcotraficantes disfrazados de guerrilleros y el incremento exagerado del cultivo de coca. Hasta ahora las conversaciones entre los dos países se han podido manejar. La relación se puede complicar con el temperamento de Trump y Petro, que muy fácilmente pueden entrar en conflicto, en el que Colombia tiene todas las de perder.