Los ojos del presidente están puestos sobre la universidad más emblemática del país y es allí donde pretende montar su proyecto constituyente. Después de un ejercicio agresivo e intimidante logró mayorías en su Consejo Superior y nombró como rector a un seguidor suyo. Nombramiento que está demandado ante el Consejo de Estado, con alta probabilidad de que se caiga. A la fecha no se conoce el texto del proyecto. Todo apunta a que está orientado a reformar los estatutos de la Universidad, modificando las formas de gobierno, la estructura de sus cuerpos colegiados y los nombramientos del rector, vicerrectores y decanos. En síntesis, la propuesta es hacer una “refundación de la Universidad Nacional”. El Gobierno considera que tiene toda la capacidad para lograrlo.
La Universidad Nacional tiene un sistema de manejo un poco sui géneris -más o menos así funcionan las otras universidades públicas-. El rector dentro del establecimiento no tiene tanto poder como se cree. Nombra los vicerrectores. Los decanos son nombrados por el Consejo Superior después de una consulta a la comunidad universitaria. Está por verse si en esta oportunidad, como ha sido tradicional, esta se respeta, especialmente si se tiene en cuenta que en la Sede Manizales los candidatos del rector perdieron en las tres facultades.
Los profesores de planta son prácticamente inamovibles y tienen la capacidad de convertirse en cualquier momento en una fuerza pasiva muy complicada de manejar y no todos los estudiantes son activistas. No se puede desconocer que ser rector de la Universidad Nacional da prestigio y reconocimiento. Tener un control absoluto de la Universidad Nacional y de las universidades públicas como quiere Petro no es tan fácil. Por supuesto hay un grupo de manifestantes que hacen mucho ruido, que permanentemente están marchando y en algunas oportunidades vandalizan bienes públicos, privados y las instalaciones de la Universidad, como sucedió en el pasado paro. Pero de ahí a lograr las mayorías y consolidar el control, hay mucho trecho.
Gran parte del estamento no es afecto a estos grupos activistas y silenciosamente hacen su tarea de resistencia. Lo que sí ha logrado Petro, como ha sucedido en el país, es polarizar la universidad. Puede que logre modificar los estatutos, pero su implementación va a ser muy difícil y va a generar un caos muy grande, poniendo en alto riesgo el funcionamiento de la Nacional y de las universidades públicas del país. Petro le está apuntando muy duro a las elecciones del 2026. Se tomó totalmente los ministerios sacando a los funcionarios de trayectoria, perdiéndose la memoria institucional y nombrando a personas afectas a sus ideas, sin importar conocimientos ni experiencia. Nombró a un ministro de Educación cuyo oficio ha sido ser activista y de la “primera línea” y tiene como principal función encargarse de movilizar a los estudiantes de las universidades públicas.
El presidente tiene claro que si gana la Presidencia -si es capaz de lograr su postulación-, o en el evento en que quede un seguidor suyo, va a tener todo el camino despejado para montar toda su plataforma política y terminar de refundar el país. Y si gana la oposición, su apuesta es incendiar el país. De ahí la idea de fortalecer a los estudiantes y a la primera línea. Petro no tiene las cosas tan fáciles, entre sus seguidores no tiene una persona fuerte y con capacidad de arrastre -está peor que la oposición- y la aceptación que tiene se encuentra en un nivel muy bajo. Los colombianos no nos podemos volver a equivocar postulando como contrincante a otro Rodolfo Hernández. Ahí sí, apague y vámonos.