El día que echaron abajo el viejo Coliseo Mayor tomé esa calle que baja de la Avenida Santander. El estadio se me apareció descomunal.

Desde ese punto, por mucho tiempo, permaneció oculto tras el edificio derrumbado, pero ahora colmaba todo el horizonte.

Por un instante caminé perdido, como si fuera otro lugar. ¿A qué ciudad nueva me había traído aquel edificio en ruinas que nos dejó un mal Gobierno?

Esa sensación es común: sentirse extraño en un lugar que creíamos conocido, solo por la variación de un rasgo familiar.

“Esas ocasiones en que algún detalle arquitectónico o alguna vista que no había notado en todos estos años me dice que nunca he sabido realmente dónde estaba, ni siquiera cuando estaba en casa”, escribió Rebecca Solnit en ‘Una guía sobre el arte de perderse’.

Al final, digámoslo, sentirnos perdidos por el cambio de un elemento del paisaje no se trata tanto de extrañar lo que desapareció, sino de notar lo poco que sabemos de aquello que creemos familiar.

El estadio siempre estuvo allí, solo que lo había ignorado desde ese punto de vista, no creía necesario saber de su presencia así no lo viera.

Igual nos pasa en la vida política y social. Estar perdido es un estado mental, así que cualquier reflexión al respecto sirve para otras formas reales o metafóricas en que se puede estar perdido.

Que el presidente de Estados Unidos haga matoneo al de Ucrania, en plena Sala Oval, jugando a romper relaciones con Europa, nos hace perder; es un cambio inesperado en el panorama.

Que el presidente Petro, el de la promesa de cambio, diga que ya falló al hacer una revolución con su Gobierno -como se lo dijo a El País-, a más de un año de terminar, en medio de una crisis ministerial, nos hace perder todavía más.

Nos hace perder que Colombia haya caído al puesto 60, entre 165 países, en el Democracy Index 2024, la medición de la Unidad de Inteligencia de The Economist (ver acá: https://shorturl.at/el7l7).

Dimensiones como el proceso electoral y pluralismo (9.17), libertades civiles (7.65) y participación política (6.11) se mantuvieron estables. Sin embargo, la cultura política, que mide el apoyo a la democracia, cayó de 3.75 a 3.13, reflejando un deterioro de la confianza ciudadana en el modelo político.

Por su parte, el funcionamiento del gobierno bajó de 6.07 a 5.71, mostrando dificultades en transparencia y eficiencia institucional.

Todos son elementos que cambian nuestro entorno. Pero lo que realmente nos hace sentir perdidos no es su desaparición, sino darnos cuenta de cuánto ignoramos sobre lo que sigue en pie.

Entonces los mapas para no estar perdidos están en volver a lo cotidiano, lo local, lo familiar.

Repasar diagnósticos y pronósticos, releer nuestras historias, revisar nuestras estadísticas y mediciones, reparar en nuestras arquitecturas más próximas, detenernos en lo que reflejan nuestro periodismo y literatura.

Hacer todo lo posible por reconocer lo que aún se mantiene en pie detrás de las ruinas de lo que ha cambiado o hemos perdido.

Mañana, desde Manizales Cómo Vamos aportaremos uno de estos mapas: la Encuesta de Percepción Ciudadana 2024. A las 9 de la mañana, en el Centro Cultural Universitario Rogelio Salmona, de la Universidad de Caldas.

Una pausa en este mundo de cambios, para volver a quienes somos desde lo que vemos de nuestra ciudad.