El paso del tiempo es implacable. Y lo que ha de quedar, queda. Así se tarde en el rescate de valores sustantivos. Es el caso de Guillermo Arcila-Arango (1919-1998), médico de la Universidad Nacional de Colombia, psiquiatra y psicoanalista en Argentina, freudiano sin escrúpulos. Investigador, lector voraz, ajedrecista, profesor universitario. Rector insigne de la Universidad de Caldas (1974-1976). Formado en la filosofía desde los tiempos de estudiante en el Instituto Universitario de Caldas, en intercambio de libros y diálogos con su entrañable compañero, Danilo Cruz-Vélez. Fundador de la Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia (SPFC), en varias oportunidades su presidente; institución que publicó (2022) los “Escritos psicoanalíticos, 1962-1994”, de Arcila, en un volumen de 700 páginas, con rescate de 45 juiciosos ensayos, de sus investigaciones, estudios y conferencias.
El singular libro dispone de una buena presentación de Judith Lastra, miembro de la SPFC, donde sustenta la condición de rigor en la escritura de Arcila. Conocedor a profundidad de la obra de Freud, pero con apreciación crítica, como por ejemplo al apartarse de su concepción del instinto de vida y muerte, y de su teoría estructural. Afín al pensamiento de Baruch Spinoza y en Nietzsche estudió la fantasía infantil del parricidio.
La obra dispone de una minuciosa semblanza, con detalles singulares, de Eugenio Matijasevic, médico y filósofo, sobrino suyo. Hace memoria desde la infancia que tuvo la ocasión de estar cerca de Arcila y ser influido por él en la lectura, los análisis, la discusión, e incluso en el juego de ajedrez. Cuenta con detenimiento la conformación de su selecta biblioteca, integrada por volúmenes de poesía (con Neruda, Machado, Rilke, Goethe, los poetas franceses, etc.), la narrativa (Kazantzakis, Shaw, Mann, Zweig, Camus, Cortázar, Borges, Huxley, todo Conrad, etc.). 
Sin falta Montaigne, Voltaire, Rousseau, todo Ortega y Gasset; Galileo, Frazer, Levy-Strauss, Darwin, Lorenz, Monod, etc. En su biblioteca también disponía de la obra de Bertrand Russell (toda), Ayer, Spinoza, Heidegger, Nietzsche, Popper, sin faltar Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Locke, Hume, etc. Conservó cercanía con librerías internacionales, en especial con la Atalaya (Manizales), Buchholz (Bogotá), El Ateneo (Buenos Aires). En música gustaba de Mahler, Beethoven, Mozart, Debussy, Bartók, Saint-Saëns, etc.; también de los tangos, milongas, pasillos, bambucos.
Matijasevic dice: “Guillermo Arcila tenía la formación de un clásico griego o latino, de un humanista renacentista, de un liberal del Siglo de las Luces francés y de un pensador republicano español”. Esta magna obra de Arcila tiene ensayos tan singulares como el intitulado “Inconsciente” (1976), en el cual establece con argumentos la hipótesis científica psicoanalítica del inconsciente, surgida en clínica con el tratamiento de la neurosis. 
Tiene ensayo sobre “Machismo y feminismo”, con el esclarecimiento de representaciones mentales del inconsciente con influencia en la vida consciente de esa relación. En conferencia de él que tuvimos en la Biblioteca Nacional (1984), trató las relaciones entre Heidegger y Freud, en términos de la cotidianidad y el psicoanálisis. Otras singularidades en sus estudios está el examen del pensamiento filosófico en Freud. Igual al adentrarse en el método y la regla fundamental del psicoanálisis. Guillermo Arcila, personalidad de la ciencia, el humanismo, las letras. Universitario de Escuela.