La Cátedra Aleph es un curso de contexto, de acuerdo con la nomenclatura de la reforma académica UN de Antanas Mockus, que ha venido realizándose desde 2002, cada semestre, en el “Aula del estudiante de la mesa redonda”. En el primer semestre 2024 nos dedicamos, con 24 estudiantes, a explorar la vida y la obra de Michel de Montaigne. Auncuando el semestre fue interrumpido por una aguda crisis en la Universidad Nacional de Colombia, se pudo cumplir a cabalidad con el Derrotero delineado, faltando tan solo el ritual de la sesión de clausura.

Michel Eyquem de Montaigne es originario de la región de Burdeos, al sur de Francia, de ascendencia judío-española, nacido en 1533 y muere en su castillo en 1592. Personalidad renacentista, singular en la historia universal de la cultura, por sus dotes de humanista, pensador, escritor, conciliador en los ajetreos públicos. Con su obra Ensayos, de tres volúmenes, fue pionero en esa forma de escribir, con sentido de provisionalidad, sin sentar bases categóricas; del francés Essayer, intentar, ensayar, nada definitvo. Pasa el tiempo y su obra sigue en difusión en muchos idiomas, objeto de estudio incluso en nuevas generaciones. Característica que consagra su trascendencia. En la infancia estuvo dedicado por su padre al latín, luego al griego, con luego aplicación preponderante al francés. Graduado en Leyes tuvo desempeños en el sector público, de Magistrado. Quizá fue el primer alcalde elegido por el pueblo, en Burdeos, en 1581, con reelección subsiguiente. 

En la guerra de católicos y protestantes fue moderado en busca del reconocimiento de las diferencias, pero la violencia sobrepasó sus capacidades diplomáticas. A tal punto supo conservar distancia y comprensión de ambos capítulos religiosos que los monarcas Enrique de Guisa, católico, y Enrique de Navarra, protestante, lo tuvieron en cercanía con especial consideración. Devoto estudioso de Sócrates, Lucrecio, Epicteto, Epicuro, Séneca, Virgilio y Plutarco. De 38 años se retiró a su Castillo para dedicarse a la escritura. En sus Ensayos el motivo central era examinarse a sí mismo. Los escribió sin proponerse orden alguno, entre 1572 y 1592. Al sentir el declive de su vida, la joven talentosa Marie de Gournay se dedicó a poner en limpio los Ensayos, incorporando correcciones y notas del propio Montaigne, edición que se obtuvo como la versión definitiva.

Tuvo la pretensión en su obra de mostrarse como una persona sencilla, al exponer su propia humana condición. La educación fue un motivo central de sus preocupaciones, con estímulo a la formación a partir de experiencias concretas, con sentido que el alumno desarrolle capacidades de libre examen. Se declaraba ajeno a escuelas de pensamiento, ideológicas y religiosas, para exhibir su independencia, sin cautiverio de poder alguno. La libertad de pensamiento le era fundamental, en la idea de las personas formarse en ella para pensar con propiedad. Incluso expuso que la libertad es la que nos debe enseñar a morir de la misma manera como se aprende a vivir. 

Montaigne considera que la conversación es el más natural y fructífero ejercicio del espíritu, la cual encuentra como la práctica más agradable en la vida, en tanto en ella se generan enseñanzas entre los participantes, propicia a la comprensión incluso en las diferencias. A tal punto su defensa de la conversación que declara no sentirse ofendido por juicios contrarios a los suyos sino, por el contrario, le eran estímulo para pensar y entenderse entre los otros. Le atribuía en ella la necesidad de buscar la verdad, esquiva, la cual una vez identificada con provisionalidad debería ser asumida por los contrincantes. Favorece en la conversación de amigos incluir asuntos alegres y hasta punzantes, con la merecida desenvoltura. Tuvo la convicción de haber venido todos al mundo para investigar con diligencia la verdad. Ajeno a la arrogancia, incluso con aceptación de quienes le amonestan, para de esa manera dar ejemplo de libertad. En cuanto a la tolerancia en las contradicciones, recuerda la manera sonriente como Sócrates las acogía. 

Michel de Montaigne fue prudente y sabio, cuyas enseñanzas en los Ensayos son todavía hoy motivo de estudio y de ejemplo para una educación necesitada de referentes en ciencia, arte y humanismo, con el sentido de autonomía en el examen de problemas y situaciones, para adoptar decisiones las menos traumáticas. Hoy más lo necesitamos, en Colombia y el mundo.