La Universidad Autónoma de Manizales (UAM) es un verdadero ejemplo de responsabilidad social. Como universidad privada ha hecho de la formación de las personas una prioridad en su misión. Cierto día Santiago, un estudiante de un colegio público de la ciudad, le dijo a su rector: “Buenos días, señor rector, ¿usted podría decirme qué debo hacer para ganarme la beca de la Autónoma?”. La pregunta de Santiago refleja la realidad de muchos estudiantes de colegios públicos que, como él, sueñan con continuar su formación superior, pero carecen de los medios económicos.

La UAM ha beneficiado a cientos de jóvenes a través de diversas estrategias que facilitan el acceso a quienes desean estudiar, contribuyendo así al desarrollo de la comunidad. El caso de Marcelo es otro claro ejemplo del impacto social de la UAM. Proveniente de un colegio público y con la única esperanza de ser postulado por el rector para una beca, Marcelo contaba con un futuro incierto. Debido a su condición sexual diversa, había sido rechazado y abandonado por su familia, y se encontraba en una situación de extrema vulnerabilidad, con pocas alternativas viables para su futuro. Afortunadamente, el rector comprendió la gravedad de su situación y lo postuló para la beca. Gracias a este apoyo, Marcelo hoy es un gran diseñador que ha triunfado con mérito en pasarelas nacionales y, sin duda, pronto lo hará en escenarios internacionales, en los cuales las galerías de la fama lo esperan.

El caso de Marcelo no es único, ni mucho menos extraño en la UAM. Esta institución ha recibido a jóvenes en circunstancias similares y, con ello, ha contribuido a rescatar muchos proyectos de vida que parecían destinados al fracaso. A lo largo de más de cuarenta años, la UAM ha demostrado su compromiso social, evidenciado en las vidas transformadas de quienes han pasado por sus aulas. Decir que la UAM no es de nadie y que sus únicos dueños somos los manizaleños deja de ser una frase simple y se convierte en una realidad palpable gracias a la cantidad de testimonios de sus beneficiados.

A sus mentores, a sus fundadores, a sus exrectores, a su actual rector y a toda la comunidad universitaria, expreso un profundo agradecimiento en nombre de todos aquellos jóvenes que han recibido su apoyo solidario y formativo. Invito a la sociedad a conocer la encomiable labor de la UAM y a reconocerla como capital y patrimonio de todos. Asimismo, quiero llamar la atención de las autoridades y de quienes legislan en materia educativa, específicamente en el nivel de educación superior, para que diseñen estrategias que permitan el fortalecimiento de este tipo de instituciones, ya que por su naturaleza misional se han convertido en aliados estratégicos para garantizar el acceso y la permanencia de los jóvenes en la educación superior.

No entiendo cómo el Gobierno diseña políticas públicas educativas que menoscaban y debilitan este tipo de instituciones. La responsabilidad constitucional de la educación del pueblo es del Estado, y todo aquel del sector privado que coadyuve a este propósito debe recibir apoyo y motivación estatal.