El presidente francés, Emmanuel Macron, nombró al fin el jueves a un Primer ministro, dos meses después de las elecciones legislativas que perdió su bando centrista al obtener solo 163 diputados y ganó el Nuevo Frente Popular (NPF) de izquierda, aunque solo obtuvo mayoría relativa de 193 escaños. La situación política es inédita en Francia, pues ninguno de los bloques políticos logró la mayoría absoluta y dada la polarización, la estabilidad pende de un hilo, pues los bandos están cargados de una animadversión mutua casi irreconciliable entre ideas de izquierda, centro, derecha moderada y extrema derecha.
Aunque las encuestas auguraban el triunfo arrasador de la ultraderecha de Marine Le Pen, que ya se veía en el poder, los votantes practicaron un “frente republicano” y centristas y derechistas moderados votaron por la izquierda e izquierdistas por el centro, tapándose las narices, para impedir que el Agrupamiento Nacional triunfara, pero de todas maneras obtuvo 126 representantes. EL NPF como primera fuerza esperaba que su candidata a Primera ministra fuera la joven economista Lucie Castets, escogida por ellos, pero Macron rechazó esa opción y durante dos meses lanzó varios globos de ensayo con diferentes figuras, hasta optar por el que será el más viejo Primer Ministro de la Quinta República, el derechista moderado Michel Barnier, de 73 años de edad, exministro y excomisario europeo negociador del Brexit, sin duda un experimentado hombre de Estado.
Durante el cambio de poderes en el Palacio de Matignon, el joven Primer ministro saliente, el más joven de la historia de la Quinta República, con solo 34 años de edad, quien solo duró 8 meses en el cargo, pronunció un larguísimo discurso efusivo e inmaduro, ante la mirada altiva del viejo patriarca y dinosaurio, por lo que la escena parecía salida de las viejas ceremonias arcaicas de un Antiguo Régimen en crisis, pues según dijo el jurásico nuevo Primer ministro Barnier, “estamos en un momento grave”.
Barnier será apoyado por la derecha moderada, que solo obtuvo 41 diputados, y los centristas macronianos y gozará de la abstención de la extrema derecha, que maneja la situación ahora y puede tumbarlo de un momento a otro cuando quiera. Al mismo tiempo la izquierda compuesta por La Francia Insumisa, el Partido Socialista, los Ecologistas y otros grupos progresistas, considera que Macrón les robó las elecciones al optar por el más rancio pasado, cuando el país pedía un verdadero cambio.
Macron, muy impopular a lo largo de su mandato por su arrogancia y desconexión con la realidad, fue salvado de la rebelión violenta de Los Chalecos amarillos por el covid, que paralizó al país durante tres años. Pero ahora no se sabe qué pueda salvarlo y después de este bloqueo político casi insoluble y las nuevas manifestaciones de protesta generalizadas, tal vez se vea obligado a renunciar o a disolver de nuevo la Asamblea Nacional.
Ahora sin duda será en las calles, en el marco de las manifestaciones y sucesivas crisis gubernamentales donde se jugará el destino de este nuevo y frágil Gobierno, y se definirá el futuro del país. La Quinta República, presidencialista y bonapartista, fundada por el general Charles de Gaulle en 1958, vive su agonía. Los tiempos de un presidente monarca todopoderoso, rodeado de perfumados cortesanos de élite, está llegando tal vez a su fin.