Termina un 2024 muy agitado, caracterizado por guerras terribles en Ucrania y Oriente Medio y el triunfo en los Estados Unidos de un personaje que se daba por muerto hace unos meses y ahora retorna al poder exonerado y cubierto por el aura de la victoria total, y que amenaza ya a México, China, Groenlandia, el Canal de Panamá y otros espacios.
Al llegar a 2025 se cierra el primer cuarto del siglo XXI y al ver los acontecimientos bélicos en Oriente Medio recordamos sin estupor que hace un siglo el asunto era similar, como lo cuenta el gran Lawrence de Arabia en su notable obra Los siete pilares de la sabiduría.
Todos aquellos territorios que antes fueron dominados por el imperio otomano y Turquía estaban entonces bajo dominio creciente de las potencias occidentales, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, que poco a poco volvían a configurar los mapas y crear nuevas naciones, impulsadas por sus intereses, codicias y caprichos.
Lawrence de Arabia, un joven militar del Reino Unido, estaba encargado de dirigir en parte a los ejércitos rebeldes contra el poderoso imperio otomano declinante de entonces y en su libro relata las batallas vividas, similares a las actuales en Siria, Irak, Israel y Líbano. Ahora ya no sería posible ese paternalismo occidental de Lawrence de Arabia y los nuevos héroes son personas surgidas de la miríada de grupos antes yihadistas, que ahora pretenden gobernar con apoyo de las potencias después de ser adiestrados por los servicios secretos occidentales, como en su tiempo hicieron con Saddam Husseim y Osama bin Laden.
En el nuevo reparto mundial que organizan las potencias occidentales, ahora junto a China y Rusia, veremos qué nos deparan en 2025 en estos territorios las guerras que siguen en busca del control de las riquezas milenarias y las rutas de esa antigua Babilonia del mito y el Oriente, descritos en el medioevo por el gran viajero Marco Polo.
En las primeras décadas del siglo XX millones de migrantes de aquellas regiones huyeron de las guerras y se instalaron en otros continentes, especialmente en los Estados Unidos y América Latina, donde todas aquellas familias notables rehicieron sus vidas, crearon riqueza y aportaron dinamismo a las naciones que los acogieron.
Los sirio-libaneses, cristianos y palestinos que llegaron a recrear su vidas en ultramar eran llamados “turcos”, porque mostraban ese pasaporte, aunque eran originarios maravillosos pueblos milenarios que como los Fenicios o los habitantes de Mesopotamia plantaron su vida de nuevo en otros lares, creando riqueza y novedades, como lo hicieron en los tiempos de Ulises. Desde entonces los pueblos de América están enlazados de manera estrecha con esos migrantes sirio-libaneses.
Ahora de nuevo estamos como hace un siglo en la incertidumbre, esperando las nuevas fronteras y los mapas del Oriente Medio, pero también de los arreglos ineluctables que las potencias occidentales acordarán después del conflicto en Ucrania, que es el de la OTAN y el viejo imperio de los zares y los bolcheviques que ahora se reencarna bajo el mando de un nuevo zar, como en los tiempos de la Guerra y la Paz de León Tolstoi.
Toda la literatura milenaria desde la Biblia, Homero, Virgilio y Las mil y una noches nos ilustra sobre esos conflictos que de nuevo en el siglo XXI nos muestran que nada es nuevo bajo sol y que sobre las cenizas de las viejas guerras milenarias renace siempre el peligro de otras nuevas confrontaciones aun más sangrientas y peligrosas.