Las palabras bisílabas terminadas en ‘ele’ son agudas, con su plural, grave: ‘panel-paneles’, ‘dintel-dinteles’, ‘lebrel-lebreles’. También, lógicamente, ‘cartel-carteles’. Sin embargo, para la Academia de la Lengua, desde la vigésima primera edición de su diccionario (1992), puede ser también palabra grave, ‘cártel’ (del inglés ‘cartel’, y ésta del alemán ‘Kartell’), con su plural ‘cárteles’*,  cuando significa “organización ilícita vinculada al tráfico de drogas o armas”, acepción que tiene en la siguiente información: “Trump afirma que los cárteles de México pueden quitar al presidente en dos minutos” (Yahoo noticias, ‘Animal político’, 25/7/2024). Además, tiene este doble acento con la siguiente acepción: “Economía. Convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia y regular la producción, venta y precios en determinado campo industrial”. Pero sólo se admite el acento agudo –‘cartel’– en su significación original de ‘inscripción, rótulo, letrero, publicación, proclama’, etc. * El Diccionario Panhispánico de Dudas, después de explicar la doble acentuación, dice que se recomienda la tradicional, ‘cartel-carteles’. Por uniformidad y simplicidad, le agrego. 
***   
En su artículo sobre el fallecido y muy reconocido librero bogotano Felipe Ossa, el escritor y columnista Ricardo Silva Romero escribe: “...que jamás era un esnob...” (El Tiempo, 26/7/2024). Algo disuena en esta frase. Luego de algunas reflexiones, llegué a la conclusión de que lo que la hace disonante es la presencia del adverbio de tiempo ‘jamás’, puesto que, como se trata de un defecto (algo abstracto), el verbo ‘ser’, él solo, expresa cabal y correctamente la idea deseada: “...no era un esnob...”. También, y como alude a un difunto, “...no fue un esnob...”. Con el adverbio de tiempo mencionado, y para acentuar lo dicho hasta aquí, la construcción gramatical podría ser ésta: “Jamás –mejor, ‘nunca’– se comportó (o se comportaba) como un esnob”, pues se refiere a ‘acciones’ provocadas por un defecto. 
***
El sacerdote jesuita Alberto Parra, en su columna de El Tiempo sobre la religión en los centros educativos, se expresó de la siguiente manera: “Situar la religión en las aulas en partija confesional o en tiempo libre aduce de suma irresponsabilidad de cerebros vacíos” (27/7/2024). Sin detenerme  en el significado de ‘partija confesional’, porque no sé qué quiso decir con esa expresión, pues ‘partija’ es una ‘partición, especialmente de una herencia’, me referiré únicamente al mal empleo del verbo ‘aducir’ en esa oración. Este verbo (del latín ‘adducere’, -‘llevar, conducir, guiar, traer hacia; inclinar, sospechar’) quiere decir “presentar o alegar pruebas, razones, etc.”. Sus sinónimos, ‘alegar, argumentar, añadir, presentar, razonar’, ninguno de los cuales expresa la idea del presbítero, que, creo, quiso decir ‘demuestra suma irresponsabilidad’. O ‘manifiesta, exhibe, evidencia’, etc. Nota: el verbo ‘aducir’, por ser transitivo, no admite preposición alguna para su complemento directo. 
***   
Cita: “Tras un voto finish, quedó electo Gómez...” (LA PATRIA, Supimos que, 25/7/2024). Dos observaciones: la primera, los anglicismos son aceptables cuando el castellano no tiene la palabra que lo traduzca adecuadamente o en textos especializados, que no es el caso en la frase citada, que debió ser construida así: “Tras una votación cerrada...”. La segunda, el participio pasivo irregular de ‘elegir’, ‘electo’, se emplea, como la mayoría de los participios pasivos irregulares*, únicamente como adjetivo, por ejemplo, ‘el alcalde electo’. Para todo lo demás, el regular, ‘elegido’: “...quedó elegido Gómez”. * Se exceptúan los participios irregulares ‘frito, preso, provisto, roto’, que se usan en los tiempos compuestos de los respectivos verbos con más frecuencia que los regulares ‘freído, prendido, proveído, rompido’.