La octava acepción que El Diccionario le asigna al término ‘torno’ (del latín ‘tornus-i’, ‘aparato para tornear’) es la siguiente: “Vuelta alrededor, movimiento circular o rodeo”. De aquí, el sustantivo ‘entorno’ y la locución preposicional ‘en torno a’, que no se pueden confundir, como lo hizo, quizás inadvertidamente, el columnista Jorge Enrique Pava Quiceno en esta oración admirativa: “¡Es hora de unirnos entorno al aeropuerto y enfrentar la ojeriza del Gobierno Petro...!” (LA PATRIA,  12/7/2024). La locución ‘en torno a’, la que debió utilizar el columnista, significa ‘alrededor de’. El sustantivo ‘entorno’ es el “conjunto de personas y circunstancias que rodean a alguien y pueden influir en su comportamiento” (M. Moliner). ‘Ambiente’; antiguamente, ‘contorno’. 
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De Cervantes en su Quijote: “No se le cocía el pan*, como suele decirse, a la duquesa hasta leer su carta” (II, LII). Y “...con todo esto, nos hemos de coser la boca, sin osar decir lo que el hombre tiene en su corazón, como si fuera mudo” (I, XXV). Estos dos ejemplos sirven para ilustrar la diferencia que hay entre los verbos ‘cocer’ y ‘coser’: el primero (del latín, ‘coquere’, ‘cocer, guisar, cocinar’) significa “hacer comestible un alimento crudo sometiéndolo a ebullición o a la acción del vapor”; el segundo (del latín ‘consuere’, ‘coser una cosa con otra’), “unir con hilo, generalmente enhebrado  en la aguja, dos o más pedazos de tela, cuero u otra materia”. Es este último el que debió emplear el columnista Pedro Felipe Hoyos Körbel en su artículo dedicado a María Martínez de Nisser, escritora y soldado del s. XIX. Así se expresó: “Describe ella cómo se cortó el cabello y cómo ella coció su uniforme” (LA PATRIA, 10/7/2024). *El dicho ‘no cocérsele a uno el pan’ significa ‘estar muy impaciente por realizar o recibir algo’, en el caso de la duquesa, la lectura de la carta que le envió Teresa Panza, la esposa de Sancho. 
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En la misma columna escribe: “...ella quería luchar con lanza y en caballo”. “...y a caballo”, la locución correcta, como ‘pasear a caballo’ o ‘viajar a caballo’. Si esto es así, ¿por qué no decimos ‘montar a burro’, ‘montar a camello’, ‘montar a carro’, sino ‘montar en burro’, ‘montar en camello’ y ‘montar en carro’? Porque no tengo una respuesta cierta, me atrevo a decir que el uso y quizás la eufonía consagraron la expresión ‘a caballo’. Lo cierto es que desde Cervantes, y posiblemente desde antes, ya se empleaba así: en el capítulo XXII de la Primera Parte de El Quijote dice: “-Este hombre honrado va por cuatro años a galeras, habiendo paseado las acostumbradas, vestido, en pompa y a caballo”. Sigamos, pues, montando en burro y paseando a caballo. 
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Lo dicho: es para mí inexplicable la manera como ‘pegan’ los vicios y errores del lenguaje. Lo comprueba el uso extendido y, por supuesto, errado del adjetivo ‘previo’. Un botón de muestra: “Es grave que no se exija el cumplimiento de multas previo a la libertad...” (El Tiempo, destacado, Yessica Hoyos, El ‘Gordo’ García se declara insolvente, 14/7/2024). ¿No es más fácil, y más lógico, decir ‘antes de la libertad’? Parece que para estos redactores y comentaristas deportivos no existe el adverbio ‘antes’, que puede ser de tiempo y de lugar. Ni siquiera el adverbio ‘previamente’ (‘antes, con anticipación’) es apropiado en esa construcción, que sí lo es en oraciones como la siguiente: “Previamente Cristo había rechazado la propuesta de una constituyente” (El Tiempo, Gustavo Duncan 17/7/2024).  .