Así escribió la doctora Dilian Francisca Toro Torres: “...con participación del sector público y privado e implementar un sólo sistema de salud que garantice los mismos...” (LA PATRIA, 28/3/2023). Y la cito, no sólo porque le puso tilde al adjetivo ‘solo’, sino porque no hace mucho la Real Academia Española ‘autorizó’ el empleo de la tilde para el adverbio de modo ‘sólo’, pero sólo cuando haya ambigüedad, verbigracia, ‘el domingo pasado estuve solo en la finca’, que puede significar o que estuve sin compañía, o que no fui a ninguna otra parte. Para evitar esto, lo más salomónico es ponerle la tilde al adverbio sin ninguna distinción, lo que siempre he sostenido y practicado, y lo seguiré haciendo hasta que me toque ‘doblar la Curva de Fausta’. Solución que ayuda a la comprensión de la lectura y a facilitar el análisis gramatical. ***
De la columnista Lina María Gutiérrez Bermúdez: “...me llevó esa tarde soleada de 2015. A la casa en el barrio La Candelaria de Bogotá del arquitecto Simón Vélez, que nos la había prestado (...) como locación para grabar entrevistas” (LA PATRIA, 31/3/2023). Con ese significado, ‘locación’ es anglicismo. En castellano, se usa sólo en Derecho: “(Del latín ‘locatio-onis’ -alquiler, arriendo). Arrendamiento (acción de arrendar)”. ‘Lugar, sitio, espacio, punto’ son términos que expresan cabalmente la idea pretendida. Además, ¿por qué no vio que ese punto después de la fecha le interrumpía bruscamente la oración? ¿No releyó lo escrito? Más todavía: en este artículo es patente su ‘miedo al dequeísmo’ –que la Academia de la Lengua llama ‘queísmo’–, a saber, el uso de la partícula ‘que’ en lugar de la secuencia ‘de que’. Muestras: “Luego de unos minutos y de darnos cuenta que no era una urgencia...”: castizamente, “...darnos cuenta de que...”. Y “...hasta asegurarnos que iba a estar bien”: correctamente, “...asegurarnos de que...”. El ‘dequeísmo’ se configura únicamente con los verbos enunciativos (‘digo de que’, ‘pienso de que’, aseguro de que’). Escribió también: “Lo acompañamos en el carro de producción con Juna”: castizamente, “...lo acompañamos (...) Juna y yo”. Y esta construcción confusa: “...entrevista con Gerald Martin, el biógrafo de Gabriel García Márquez, que por esos días estaba en Bogotá”. ¿Quién estaba en Bogotá? ***
Algunos verbos transitivos pueden ser también ‘pronominales’ –cuando la acción del verbo recae sobre su mismo sujeto, por ejemplo, ‘el reo se acogió a sentencia anticipada’–, y tienen que emplearse como tales cuando el caso lo exige. Entre ellos está el verbo ‘desconectar’, que la columnista Blanca Mery Sánchez usó cuatro veces, tres de ellas, erradamente; acertadamente, una (“...mientras te desconectas de la tecnología”). Equivocadamente, en las siguientes frases: “...rutinas diarias que nos permitan desconectar de nuestras obligaciones...” (‘desconectarnos’); “Estas actividades nos ayudan a desconectar y a recargar energías...” (‘desconectarnos’), y “...y te permita desconectar del estrés” (‘desconectarte’). La explicación es clarísima: los verbos transitivos piden un complemento directo, como en el segundo ejemplo, ‘recargar energías’. Dice también en su escrito: “...puede ser más restaurador una micro pausa...”. Gramaticalmente bien, “puede ser más restauradora una micropausa”, porque el adjetivo ‘restauradora’ debe concordar en género con su sustantivo, ‘pausa’, y el prefijo ‘micro’ tiene que ir pegado del sustantivo ‘pausa’, no importa que el corrector automático lo corrija: él no analiza, y puede engañarnos. ***
En el editorial de LA PATRIA titulado “Alto a la violencia en el fútbol”, se lee: “...en un partido con el Cali, cuando una persona escribió por twiter que echaran a Corredor o lo mataban” (30/3/2023). Es ésta una manera coloquial de expresarse, pero inadmisible en el lenguaje culto. El copretérito refiere hechos pasados continuados (‘vivíamos tranquilos’), y no puede sustituir al pospretérito, que indica un hecho posible –o venidero– después de uno anterior, como en la amenaza del trino, que debió ser redactado de esa manera: “...que pedía que echaran al técnico, o que, si no, lo matarían”. Los diferentes tiempos verbales tienen su razón de ser.