Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
La Navidad es una época en la cual se generan diferentes emociones y sentimientos, algunos de ellos alegres, positivos y esperanzadores. Otros se sienten desde la nostalgia, la tristeza, el sufrimiento, la pesadumbre o el dolor.
En cada familia la danza emocional es diferente y depende de lo vivido durante el año y de la forma en la que se pudieron afrontar las dificultades que se presentaron a lo largo de los días, de los meses que fueron pasando.
Este último mes del año, se caracteriza por el cansancio, ya el cuerpo no da más. Se necesitan unas dosis altas de concentración para estar alerta en cualquier reunión, a esto se suman las expectativas por las compras, los encuentros, los rituales y las fiestas que -durante este tiempo-
se celebran.
Y si a todo ese estrés, le sumamos los encuentros con personas con quienes no se tienen adecuadas relaciones, entonces el tiempo que podría ser para los reencuentros, el disfrute y el acompañarse desde la risa, los recuerdos, el afecto, el humor; se convierte en un suplicio para todos los presentes.
Por otro lado, también se da la posibilidad de que algunas personas se encuentren pasando momentos difíciles, por malas situaciones económicas, afectivas, laborales, por la pérdida de la salud propia o de un ser querido cercano.
Cualquiera que sea el motivo, esas personas, no podrán disfrutar como los demás y el agobio que sienten las puede llevar a aislarse, a querer estar solos y a estar irritables por la alegría de quienes les rodean.
Este testimonio es muy ilustrativo: "No quiero encontrarme con nadie, el 12 de diciembre les voy a entregar los regalos a mis familiares, antes de que empiecen las novenas. No quiero que me abracen, ni que me toquen, no quiero nada".
Entender esta actitud no es fácil para la familia. No obstante, hay algunas formas para tratar de enfrentar estas situaciones de la mejor manera posible: una es respetar la decisión y no cuestionar nada de lo que dice esta persona; otra, es tratar de disuadirle, hasta encontrar una motivación para que se entusiasme, se conmueva y participe del encuentro familiar. Si esto no funciona, entonces se puede acordar un tiempo razonable para que se pueda integrar y compartir y al final no oponerse cuando decida despedirse.
Esta es, así mismo, una época en la cual se eleva el nivel de estrés y de ansiedad de manera considerable por las compras y los gastos económicos, que llevan a algunas personas a gastarse lo que no ganan, ni tienen y a endeudarse de manera exorbitante e impulsiva, sin pensar en las consecuencias para el año que viene, el cual seguramente van a comenzar en crisis, porque no supieron tomar decisiones acertadas y saludables para su vida emocional.
En Navidad hay que poner límites sanos que ayuden al autocuidado personal y familiar, para que los encuentros sean agradables y sanos.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
www.fannybernalorozco.com
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