Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
Correo: editornoticias@lapatria.com
X (Twitter): @fernalonso
Es hora de entregar la columna de reseñas que cada sábado publica en el Papel Salmón, suplemento cultural sabatino del diario La Patria, y se da cuenta de que apenas va por la mitad del libro. Su plan no es escribir sobre él, igual, sino que tiene pensado hacerlo sobre un autor local. Se toma a pecho esto de leer a quienes se debe un diario regional, sin importarle que la intelectualidad presuntuosa vea eso como un acto de provincianismo, rasgo que él mismo se encarga de exagerar siempre.
Pero las lecturas cambian voluntades. Mira el espacio que tiene dedicado en su desorganizada biblioteca para los libros pendientes de ser reseñados. Tiene entonces una revelación: de alguna manera están conectados, tratan sobre escribir, sobre leer, sobre escritores y sus escritos. A pocos días de iniciarse una aventura más de la Feria del Libro de Manizales, debe dar espacio a estos textos que pueden motivar a los lectores a hablar de libros, una muletilla habitual que tiene en su columna y que la usa como etiqueta en redes sociales #HablemosDeLibros.
Escribe: “El próximo martes se inicia la Feria del Libro de Manizales en su XIV versión y me toma leyendo una conversación carteada de escritores. Se trata del libro Las cartas del Boom, los textos que escritos a máquina se enviaron Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. La cinta promocional que rodea el libro tiene un título mucho mejor: El boom en primera persona (del plural)".
Revisa lo escrito, hace un par de cambios y se siente satisfecho de haber encontrado el tono con el que seguirá: “Este libro es apenas uno de varios que han llegado a mis manos en los últimos días y que tienen que ver con el arte de la escritura o con la profesión del escritor, asunto que siempre me intriga por ser yo mismo un escritor frustrado o un periodista realizado; ya un psicoanalista definirá cuál es mi verdadera relación subjetiva con la literatura".
Revisa un buen rato esta confesión muy personal. Él, que no gusta de los autores autorreferenciales, que se molesta con los periodistas que se inmiscuyen en los textos, decide ponerse íntimo en su escritura. Se recuerda que esta es una columna de opinión y allí la gente espera saber lo que el columnista piensa de algo, un libro en este caso, y no que le resuma el libro sin huntarse.
Se acuerda entonces que en el libro de Juan Gabriel Vásquez que acaba de terminar hay una cita sobre lo íntimo de las novelas. Lo toma, pasa páginas y la encuentra, pero ve que no tiene nada que ver con la intimidad del autor, sino con la de los lectores: “Es aterrador y mágico ese momento en que las novelas se dan cuenta de lo que sabemos sus lectores, y nos sirven de confirmación como notarios de nuestra propia experiencia: es como si conocieran nuestros secretos".
Repasa los subrayados de La traducción del mundo, las charlas del muy profundo Juan Gabriel Vásquez sobre literatura y arte, sobre sus ideas en torno a la escritura. Se trata de las conferencias Weidenfeld 2022, que dictó el escritor en la Universidad de Oxford, en Inglaterra, donde habla de sus influencias, de los momentos de la Novela -como sustantivo genérico- y de las conexiones entre los libros, porque cuando se es lector, se termina por entender que todo está conectado en nuestras lecturas.
Franquezas de Franco
Le llega a su cabeza una de esas conexiones. De las que hace todo el tiempo el personaje de la novela El vacío en el que flotas, que acaba de salir al mercado de Jorge Franco y que también está en el arrume de leídos, Ánderson, o RIchi, depende de la parte de la historia en la que el lector se encuentre. Richi es un niño desaparecido después de una bomba que explotó en un centro comercial, mientras que Ánderson es autor de un solo libro, pero superventas. El pasado personal no existe. Y siempre se pregunta por él, porque su cuidador, la persona que lo sacó adelante, es un hombre o mujer, según el estado de ánimo o la necesidad del momento o del trabajo.
Quiere buscar Melodrama, otra novela de Jorge Franco donde también hay un personaje con indefiniciones de género, pero no lo encuentra. Vuelve a la reflexión y da cuenta de cómo lo desconcierta no saber si el tal Ánderson y su cuidador son invención del padre de Richi que intenta exorcizar en la escritura su dolor, o si es ese padre la invención de una nueva novela de Ánderson. Al final, una arriesgada apuesta de Franco que sorprenderá a los lectores y les dejará la cabeza grande.
Empieza a escribir, no con mucha convicción, que Franco va más suelto de amarras cada vez. Su Rosario la soltó hace rato y los últimos libros son apuestas literarias en serio y hondas. Busca esa especie de cameo, cuando el escritor de ficción Ánderson raja del escritor consagrado y real Jorge Franco, un deleite para la creación. “...estaba hasta el cogote de las novelitas burguesas y almibaradas de Jorge Franco". Desconfía si escribe el superlativo “novelaza".
Se detiene en el libro que espera desde hace rato una oportunidad de ser reseñado. Ya se pone amarillento porque recibe el sol. Siente que está escrito como de autoayuda, pero aún le concede el beneficio de la duda. Por qué no, El camino de la escritura, de Julia Cameron, trata de cómo escribir todos los días algo, que le sirve a cualquiera como terapia, tal como le sirvió a Sergio, el papá del Richi de Franco. Es difícil para este reseñista de Papel Salmón no sentirse identificado con Sergio, también reseñista y temeroso de publicar algo distinto de periodismo.
Divaga en cómo contar sobre los poco más de 70 autores caldenses que presentarán sus obras en la Feria del Libro. Es una cantidad enorme para una ciudad pequeña como Manizales, y hay de todo: publicados por grandes editoriales, por editoriales independientes, ganadores de concursos y autopublicados, que son la mayoría, pero todos con méritos y talentos diversos, y con algo en común: no temen mostrar sus publicaciones. Y piensa en la palabra que siempre usa para definir a estos: valientes.
Toma Las cartas del boom y busca algo que había acabado de leer y lo encuentra. Página 213, una carta de García Márquez a Carlos Fuentes (1967): “Y solo nosotros, los que sabemos lo que es enfrentarse a una máquina de escribir, estamos en condiciones de comprender el inmenso valor personal que se necesita para entrarle al toro de la literatura en esta forma, es decir, agarrándola por los cuernos".
Vuelve a tomar el libro del que desconfía, porque sabe que si alguien quiere escribir, lo que tiene que hacer es sentarse a hacerlo. Entonces cae en la cuenta de que es lo mismo que dice, de manera más sofisticada Daniel Cassany en La cocina de la escritura. Por qué le molesta el tono de autoayuda y es el tipo de libro que más se vende en Colombia y seguro es porque hay quienes encuentran en ellos algo que les sirve. Debe ser por el tono moralizante o aleccionador. Aún así, recuerda que sí le gustó mucho de El camino de la escritura, las muchas citas sobre literatura y libros.
Epílogo
Abre los ojos de par en par cuando se percata de que se ha extendido mucho más de lo que puede escribir en su estrecho espacio semanal. Es el momento que siempre llega y que le ayuda a decidir eliminar todo lo que suene a creativo y dejar apenas los esbozos sobre los libros que intentas reseñar, diciendo algo, pero sin contar mucho. Toma aire al darse cuenta de que solo le quedan un par en el tintero para ponerse al día en reseñas de lo que ha leído últimamente. Pero no hay felicidad completa. Se descarga en la silla, mira a la ventana y es terror lo que muestra la mueca en su cara. Bajo la ventana crece inmisericorde ese fantasma de las lecturas pendientes, un arrume de libros que siguen esperando ser leídos para ver si alguno alcanza su beneplácito para ser mencionado.
Los fantasmas se apoderan de él porque sabe que en una semana, indefectiblemente, cuando esté terminando la Feria del Libro, esos pendientes seguirán creciendo. La única certeza que tiene cuando termina un libro es que el capital de su ignorancia no tiene límites. Es tiempo de ir aceptando que no alcanzará al final la meta de leerlo todo, al menos todo lo que cae en sus manos. Vuelve a la pantalla y empieza a editar. Al fin y al cabo, eso sí lo sabes hacer bien y no tendrá que preocuparse por el remate, ya se lo sabe de memoria. Será lo que hará en la Feria, buscar con quién #HablemosDeLibros.
JGV
La novela moderna, tal como yo la entiendo, nace de mala fe.
Nadie sabe la verdad, pero tomar la versión de la novela por la realidad real es no saber leer ni la realidad ni las novelas.
El gran malentendido que rodea la novela histórica es pensar que basta con una grosera acumulación de datos para lograrla.
Hemos perdido la capacidad de usar el pasado para imaginar el futuro.
El acto de la ficción es una operación sobre el material de la realidad, diseñada para que emerja un diseño -un orden, podríamos decir- del magma original: el caos de la experiencia humana.
En la realidad humana es posible que dos conjuntos de valores morales sean opuestos y contradictorios y resulten, al mismo tiempo, igualmente válidos.