Manuel Venegas Gallo fue un médico excepcional, que para fortuna de Manizales ejerció su profesión y su especialización en la ciudad. Se había graduado como médico en Bogotá y había realizado su especialización en cirugía de tórax. Llegó a la ciudad a trabajar en la época en que el Hospital Santa Sofía daba el cambio de hospital para tuberculosos a hospital general.
Siendo su director, lo hizo crecer y desarrollar de manera exponencial, logrando consolidar una entidad ejemplar en la prestación de servicios médicos. Aclamado entre los “Personajes Desaparecidos por la Academia de Medicina de Caldas”; antes de morir dejó un legado inolvidable para la ciudad. Sus excepcionales dotes como cirujano, no solo beneficiaron a miles de pacientes en la zona cafetera, sino que además tuvo la buena fortuna de tener el ojo avizor para encontrar a su sucesor, entre los que trabajaron con él.
Un día se encontró con un médico general conocido en Manizales por ser un gran profesional y galeno, con una formación excepcional, conocido porque sabía de todo y que además dominaba la materia a la que le dedicaba su tiempo. Ese médico, un hombre que aprendió con el dr. Venegas el arte de la cirugía de tórax, es hoy sin duda alguna el mejor en esa especialidad en millas a la redonda.
Lo mejor que tiene es que no se ufana de su conocimiento y guarda la misma actitud sencilla y simple que siempre lo han caracterizado y que hicieron que siendo destacado entre todos, fuera el faro de muchos de los que con él estudiaron y estudian, como fuente inspiradora de conocimiento, ejercicio ético de la profesión, buenas cualidades humanas, aunado a su capacidad de ser benevolente con los necesitados.
Además de todo lo anterior, está su alto nivel de ética, que se suma a que tiene la más reconocida capacidad para ser vigilante riguroso de sus pacientes, a los que cuida con celo inigualable, dedicándoles todo el tiempo que de él necesiten. Su trabajo es de altísima calidad técnica, médica y humana, y él ha ayudado con su forma de ejercer la Medicina a mantenerla en alto nivel.
Hablo del doctor Óscar Jaramillo Robledo, quien después de su ejercicio en el Hospital Santa Sofía, ha sido director científico y director de Educación e Investigación en el S.E.S. Hospital Universitario de Caldas. Su actividad como cirujano de tórax, excepcional por demás durante 35 años, lo llevaron a convertirse en alguien digno de imitar, que ha estructurado todo el concepto de una óptima atención a los pacientes, en lo humano como en lo científico, estableciendo el principio de “Responsabilidad Social por Caldas”, desarrollando procesos que convirtieron a esta entidad en un centro nivel A de atención, en el que además de un alto nivel en el ejercicio, se convierte excepcionalmente en un centro de investigación, que ha sido ejemplar en el panorama colombiano.
El rumbo que le ha sido dado por médicos con la formación humanística, ética y científica que tiene el dr. Jaramillo es digno de imitar. Con personas como él, la Medicina supera todos los intentos que las nuevas generaciones han querido darle, manteniendo su razón de ser, que no es otra que seguir el principio hipocrático de “no experimentar en ánima noble” y de “hacerlo bien y hacerlo bellamente”. El dr. Óscar Jaramillo es sin lugar a dudas un ser humano y médico digno de imitar, que merece toda la admiración y todos los aplausos.