El pasado 21 de febrero se llevaron a cabo las elecciones en la Normal Claudina Múnera de Aguadas para el nombramiento de su personero y contralor.
El hecho se volvió noticia porque, en la ambientación de la jornada electoral, se utilizó una bandera del M-19, una organización guerrillera que pasó de la subversión a las reglas de la democracia y, por esta vía, llevó a su principal líder a convertirse en presidente de Colombia.
LA PATRIA, en su edición del 26 de febrero, publicó una foto y una nota sobre lo sucedido allí.
El presidente del Concejo, Óscar Jhony Murillo García, calificó el hecho como una apología a la violencia, llegando incluso a señalar que “alguno de los docentes” colgó la polémica bandera, lo que expuso innecesariamente al cuerpo de profesores del colegio al señalamiento de personas intolerantes.
Siendo el concejal del Partido Liberal, me sorprendió que afirmara también: “Si los docentes tienen una inclinación política o mentalidad izquierdista, que se la queden para ellos” (sic).
Olvidó que su partido pertenece a la Internacional Socialista (IS) y que, cuando era candidato, escribió en su perfil de Facebook (16 de octubre de 2023): “No olvidemos que en la política no hay enemigos, solamente hay quienes piensan distinto”.
También lo olvidó. Si de violencia se trata, no puede olvidarse que, después de fundados los partidos Liberal (1848) y Conservador (1849), estos se disputaban el acceso al poder mediante cruentas guerras civiles, siendo la de los Mil Días la más memorable por el número de víctimas causadas (más de cien mil) y por haber propiciado la pérdida del codiciado canal de Panamá.
Luego vendrían la época de la Violencia bipartidista (1945-1965) y el Frente Nacional, como instrumento de rotación hegemónica del poder y de milimétricas reparticiones burocráticas.
El mismo 21 de febrero, Álvaro Gartner Posada, presidente de la Academia Caldense de Historia, escribió para La Patria la columna “La historia, en manos de pocos”, en la que recordó el craso error del expresidente Belisario Betancur y su ministro de Educación, Rodrigo Escobar, al haber suprimido la enseñanza de la historia.
Un hijo de Aguadas, Iván Roberto Duque Gaviria, redimió sus penas con la sociedad escribiendo en prisión un libro histórico sobre su pueblo natal: “Desagravio a la Generación Prócer”, en el que recomienda la adopción de siete acciones para evitar la pérdida de la memoria histórica de Aguadas
Entre ellas, destaca la institucionalización de la Cátedra de la Aguadeñidad y la creación del Centro de Memoria Histórica del municipio.
La deuda sigue pendiente. Entender lo sucedido dentro del colegio implica identificar a los teóricos de la pedagogía, como Paulo Freire, quien propuso en sus perspectivas críticas la necesidad de reconocer al estudiante como un sujeto político, dialogante y crítico de la realidad de su entorno, y no como un ente neutral que suma y resta como una calculadora.
Cada cual ve lo que quiere ver. Unos vieron una bandera; yo, una "fiesta de la democracia", como decía la cartelera del colegio.