Finalmente se abrió paso en la Cámara de Representantes el proyecto de reforma laboral. Para su aprobación el Gobierno aceptó sacrificar todo el expediente de reformas que había comprometido con el sector sindical. Yo celebro que todo esto se haya retirado del texto. La única explicación a esta decisión, que traiciona la confianza depositada en Petro por el sindicalismo, es la existencia de un acuerdo con el Gobierno para expedir todos estos temas por la vía de decretos reglamentarios. Así lo están exigiendo. Otros piensan que todo lo relacionado con la huelga y la negociación colectiva se introducirá cuando se inicie la discusión del proyecto en el Senado. Todo es posible.
Si resulta cierta la tesis de que les hicieron conejo a los aliados del sindicalismo, lo más probable es que la reforma se hunda, no por cuenta de la oposición sino de las propias fuerzas políticas que acompañan al Gobierno. Cualquiera sea la razón, esta reforma llega en el peor momento. Se estima que encarecerá los costos laborales en más de un 8%, lo cual en nada contribuirá a crear nuevos empleos y, muy por el contrario, podría ser responsable de la pérdida de 780.000 plazas formales.
Los rubros que más impactarán el encarecimiento del empleo son, entre otros, el aumento de la remuneración por el recargo nocturno y los dominicales. La jornada nocturna comenzará a las 7 p.m. y tendrá un recargo del 35%, y los dominicales tendrán un recargo del 100%. Ninguna realidad de un sector o industria ha sido tenida en consideración, en particular las del turismo, el comercio y la industria con turnos de 24 horas. Otro aspecto muy perjudicial es la nueva regulación del contrato de aprendizaje, pues desincentiva la contratación de aprendices y más parece la búsqueda de una nueva fuente de recursos para el Sena. Convertir el contrato de aprendizaje en un contrato laboral acabará con la modalidad, pues implica el pago de prestaciones sociales legales (17,66%) además de las extralegales que tenga la empresa, el 100% del salario mínimo, los aportes parafiscales (9%), entre otros. Queriendo seguramente mejorar la vida de los aprendices los van a acabar. Aumentar a 4 semanas la licencia de paternidad, la más alta en Latinoamérica, también incrementa costos y crea más cargas para un sistema de salud quebrado.
Como resultado de todas estas “conquistas”, la informalidad, que hoy se ubica en 56%, podría tener un incremento de entre 7 y 12 puntos y un aumento de los costos laborales entre 3,9 y 7,8 puntos porcentuales, impactando la tasa de desempleo, que hoy se ubica sobre el 10%. Esta reforma está diseñada para favorecer a una pequeñísima minoría defendida por otra minoría de privilegiados y mezquinos dirigentes sindicales. Beneficios para pocos e informalidad para muchos. Ahora el Senado tiene la palabra, y el país, la obligación de hacerse escuchar. Estamos a tiempo de evitar un tsunami laboral.