Gonzalo Duque Escobar

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@godues

A tan solo seis meses de haberse lanzado en Colombia la plataforma Regeneración en Acción, la que fuera desarrollada en el marco de las actividades de la Coalición para la alimentación y uso del suelo (FOLU Colombia) con la colaboración de NICFI, Porticus, Fundación Grupo Bancolombia, Fundación Nutresa y Colombia Regenerativa, ya el país muestra un balance interesante según las experiencias reportadas en el encuentro de ganadería sostenible celebrado hace un mes en el corregimiento de Barcelona -Calarcá-, con el liderazgo de FOLU y de la mano de ACOGANAR.

Si el objetivo de este magnífico ejercicio es visibilizar ejemplos inspiradores que ayuden a escalar y fortalecer el impacto de la regeneración para crear una cultura en la transformación de los sistemas alimentarios mediante el intercambio de conocimientos y las prácticas para el uso del suelo y la agricultura orgánica, la importancia y pertinencia del proceso para Colombia se relaciona con la urgencia de acciones concretas de adaptación al cambio climático para propiciar un cambio más acelerado hacia los sistemas regenerativos en el campo.

Habrá que añadir que en Colombia la Coalición para la alimentación y uso del suelo sólo cuenta con capítulos en Antioquia, Quindío y Valle del Cauca, aunque los departamentos con mayor población de vacunos -de los cuales el 69,1% de 29,6 millones del total de  ganado bovino- se concentra en diez departamentos con Antioquia, Córdoba, Meta, Casanare, Caquetá Cesar y Santander a la cabeza, porque en la ecorregión la ganadería es precaria al menos en Quindío y Risaralda, e incluso en Tolima, Valle y Caldas.

A modo de diagnóstico, mientras la agricultura ha perdido participación en el PIB pasando de 22% en 1970 a 7% en el 2015, el país importa 13.8 Mill de Ton contra una producción de alimentos de 73.3 Mill de Ton, donde maíz, trigo y tortas de soya representan el 70% de las importaciones, también es cierto que frente a la amenaza climática, donde el sector agropecuario es uno de los más afectados máxime cuando nuestras tierras destinadas a café se reducirán a la mitad al 2050, Colombia debe adaptarse al cambio climático.

Lo anterior invita a una regeneración ambiental para prevenir la degradación de ecosistemas, y a promover una mejora en la calidad del suelo, el agua o el aire mediante estrategias de reconversión productiva donde se restablezca el entorno natural implementando proyectos que recuperen la condición funcional del hábitat al eliminar la contaminación e introducir especies nativas, tal cual se puede hacer mediante la ganadería y la agricultura regenerativas como apuestas de una rehabilitación sostenible de hábitats ya degradados.

Para el efecto y en primer lugar, la ganadería regenerativa que se fundamenta en prácticas de pastoreo rotacional planificado que, cuando la genética del ganado se adapta localmente, a cambio de pasturas se introducen plantas arvenses que resultan favorables para la fauna silvestre y previenen la erosión, permitiendo recuperar la fertilidad de los suelos y restaurar los ciclos de nutrientes, de energía y del agua, permitiendo generar grandes beneficios económicos relacionados con la eliminación de los costosos insumos químicos que afectan la restauración de hábitat y la biota del subsuelo.

Y en segundo lugar, la agricultura regenerativa que se soporta en metodologías agroforestales donde la combinación de cultivos agrícolas en arreglos multiestrato con árboles o arbustos conformando un sistema que previene la erosión del suelo con un entramado de raíces denso, también mitiga el impacto climático al regular las lluvias y favorecer la infiltración para reducir la acción erosiva de las escorrentías, además de atenuar las emisiones de efecto invernadero, máxime cuando la producción agroindustrial de alimentos es la responsable del 26% del calentamiento global.

Siendo así ¿por qué no implementar una economía regenerativa más amplia y transformadora cubriendo todos los aspectos de la vida económica yendo más allá del enfoque de “hacer menos mal”? Como ejemplo, estaría esta propuesta, donde en lugar de químicos y monocultivos se incorporan las pezuñas de los bovinos y las cercas vivas en el caso de la ganadería, o la eliminación de la labranza y monocultivos, lo que no sólo nos permite capturar CO2 sino también crear valor de manera sostenible al regenerar los sistemas naturales y sociales en los que operamos.