Gonzalo Duque Escobar

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@godues

A pesar del progreso en las conversaciones entre Israel y Hamás para la liberación de rehenes israelíes y prisioneros palestinos, donde se contempla acordar una tregua de seis semanas en un conflicto cuyo magnicidio no se puede justificar ni aplicando la “ley del talión”, ante la imposibilidad de lograr además del intercambio de retenidos una tregua, urge el alto el fuego definitivo por ser más que importante necesario para prevenir no solo una operación armada en el sector de Rafah y una hambruna en la Franja de Gaza donde se hacinan 1,5 millones de personas, sino para darle fin a una situación extrema que por el castigo colectivo, ya es una catástrofe.
En la actual crisis, todo empezó cuando Hamás -el grupo islamista militante que combate la existencia del Estado de Israel porque lo considera ilegítimo-, lanzó un ataque sin precedentes consiguiendo penetrar en comunidades hebreas cerca de la Franja de Gaza, matar residentes y capturar civiles, con un saldo de 900 personas muertas y más de 100 rehenes; pero logrando con ello la respuesta de Israel con ataques masivos. Al respecto, si desde 2005, Israel dejó de ocupar ciertas zonas de Gaza, aun su dominio prevalece en Cisjordania, la región que, junto con la Franja de Gaza, conforma el Estado Palestino.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu quien había ordenado la operación contra el mayor enclave de Hamás en Palestina, deberá decidir si acoge los lineamientos de los miembros de extrema derecha de su Gobierno porque se oponen a intercambiar rehenes judíos por los presos palestinos que en gran número tiene Israel, o a dejar de controlar la entrada de ayuda humanitaria con el asedio total a la Franja de Gaza, situación que se mantiene desde el comienzo de esta etapa del conflicto cuya guerra ha cobrado la muerte de al menos 31.490 personas -la gran mayoría civiles- y más de 8.000 desaparecidos.
Frente a esta difícil situación que podría complicarse por el riesgo de una masacre, mientras sobre el barrio palestino de Al-Rimal donde se encuentra el hospital de al-Shifa rodeado de tanques por orden del estado judío, el bombardeo aéreo israelí continuaba y también se daban intercambios de disparos al interior del hospital, al tiempo que el Ministerio de Sanidad de Gaza controlado por Hamás pedía intervenir a la comunidad internacional, por fortuna los israelíes parecen decididos a reanudar las negociaciones para la tregua y el intercambio de rehenes judíos y prisioneros palestinos.
Recuérdese que el pasado 26 de enero la Corte Internacional de Justicia -CIJ-, a raíz de una demanda de Sudáfrica contra el Estado judío calificó de real el riesgo de violar la Convención sobre el Genocidio contra los palestinos de Gaza, razón por la cual en marzo también Pretoria pidió a la CIJ ordenar a Israel levantar el bloqueo, declarar un embargo de armas y ordenar el fin del conflicto, aunque para estos efectos la respuesta de Israel a Sudáfrica fue que el Estado hebreo está “haciendo mucho” en Gaza para aliviar el sufrimiento de los civiles.
Entonces, si las severas restricciones impuestas por Israel a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza y el posible uso del hambre son las armas de los israelitas, la pregunta es ¿cómo ponerle fin a un conflicto donde personas inocentes han muerto?, ¿podrían constituirse estos hechos en crímenes de guerra tal cual lo advierte la ONU? Entonces, aunque 200 toneladas de suministros, incluida harina, llegaron en barco el viernes 15 de marzo al norte de Gaza, que es la zona más afectada por las restricciones alimentarias, el verdadero desafío va más allá.
Finalmente, si el Estado hebreo existe gracias a una resolución sin precedentes de Naciones Unidas, aunque Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak, no estuvieron de acuerdo -razón por la cual atacaron en mayo de 1948 en el momento en que proclama su independencia-, Israel debería legitimar su existencia acogiendo las resoluciones de las Naciones Unidas, teniendo en cuenta que para esta institución, si las hostilidades en Gaza e Israel han ocasionado espantosos sufrimientos humanos, destrucción física y traumas colectivos en territorios de ambas partes, la clave debe partir de una solución sustentable y definitiva de dos Estados.