El amor puro y verdadero está libre de miedos, y se caracteriza por un desapego liberador.
El amor auténtico no es posesivo y respeta totalmente los procesos de los demás.
El querer, que muchos ven como amor, es egoísta y limita al otro, lo frena o lo castra.
Esos actos negativos se dan porque quien posee no se ama lo suficiente a sí mismo.
Es inseguro y, por eso, crea ataduras, ya que pone su felicidad y el sentido de su vida en el otro.
Cuando te amas eres feliz por ti mismo y puedes decirle al ser amado: “Te amo, pero no te necesito”. O “Te amo, pero sin ti soy feliz”.
Entonces tu relación es libre y la disfrutas del mejor modo.
Asimila las sabias lecciones de este video en Youtube: El memorándum de Dios. Te servirá mucho.
@gonzalogallog