Es necesario recordar que el error es posible y puede surgir en cualquier instante. No hay ningún mecanismo que asegure la protección absoluta contra el yerro; pueden existir medidas que lleguen a determinar una cifra cercana al ciento por ciento; pero nadie, hasta ahora y quizá por siempre, puede asegurar la infalibilidad de las personas y menos que la tecnología utilizada sea segura en su operación manual o automática, o que los resultados invariablemente expresen la verdad.
Lo expresado es aplicable a los errores en medicina, en el amplio sentido del concepto. Yerros que constituyen un problema que hasta ahora no controlado, a pesar de grandes esfuerzos que se hacen en países, en unas regiones o en unas instituciones, más que en otras.
Es evidente que los errores de las personas y de la tecnología atienden a diferentes causas y, por lo tanto, los resultantes son diversos. El impacto de unos y otra tienen diferentes alcances.
El error puede producir daño que puede variar de leve hasta severo o grave cuando la vida y la calidad de la misma estén comprometidas. Las personas, que tienen la condición de pacientes, deben ser conscientes de los riesgos que pueden correr durante las etapas de diagnóstico, tratamiento o rehabilitación, de sus procesos.
Vivir siempre será un riesgo sin importar la edad o la etnia o el lugar donde resida, aunque hay zonas geográficas, sociedades o la existencia de otras variables como la profesión u oficio, en donde la exposición a riesgos es más evidente. Tanto es así, que hay gobiernos que advierten a sus ciudadanos del peligro de ir a determinados sitios u utilizar elementos o insumos o procedimientos o asistir a sitios, no autorizados.
La noticia difundida recientemente indicaba que una de las principales causas de muerte en Estados Unidos de Norteamérica era debido a los errores médicos. Esta afirmación necesita una profunda reflexión a partir de datos ciertos ya verificados, pero indica al menos la preocupación por las acciones u omisiones de los médicos. La hipótesis a confirmar o negar consiste en establecer si en Colombia sucede lo mismo. El resultado a priori es negarla.
Pero no solamente los médicos yerran debido a la negligencia, impericia e imprudencia. También, son inducidos a equivocaciones por las fallas de la tecnología, ya sea operada por él o por otros profesionales o auxiliares que intervienen en el manejo de pacientes.
No todos los errores médicos son detectados, avisados o demandados. Los pacientes y sus familias han pasado de una actitud tolerante, extremadamente pasiva, hasta arribar a una actitud decididamente interesada en su proceso nosológico y reclamante ante la acción u omisión de los médicos, de otros profesionales o auxiliares y llegar a la demanda ante la intervención institucional.
A veces, muy escasas, hay quejas temerarias que, como todas, necesitan de un escudriñamiento a profundidad para facilitar la identificación de la verdad y definir la responsabilidad que, también en ocasiones, compete al paciente y sus allegados.